​​​​​nota de prensa 

"La JEP es equivalente a sanciones por crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad"


  • Palabras de magistrado Eduardo Cifuentes, presidente de la JEP, en el 'Encuentro por la Verdad: reconocimiento de responsabilidades sobre secuestro por parte de la antigua guerrilla FARC-EP.


​ ​

Quiero hacer un reconocimiento a la Comisión de la Verdad, presidida por el padre Francisco de Roux. Llegar a este punto significa haber construido confianza. Hemos presenciado, en el día de hoy, como víctimas y victimarios han expresado sus sentimientos y han hecho revelaciones importantes de dolor, de equivocaciones, de errores… Estamos viendo que se avanza en términos de reconciliación.

Yo me preguntaba mientras escuchaba estos testimonios  tan conmovedores qué habría pasado en Colombia si en los últimos cincuenta años y durante cada año se hubiese perdido un punto de crecimiento de la economía nacional. Cincuenta años de decrecimiento habrían tenido profundas consecuencias de orden material.

Finalmente, la economía produce bienes y servicios necesarios para satisfacer las necesidades humanas. Pero en estos últimos 50 años no hemos perdido un punto en el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), sino que hemos perdido, durante cada año, porciones enormes de dignidad humana.

El conflicto armado interno de Colombia ha arrojado deshumanización creciente y ha significado un colapso para las relaciones interhumanas, para las familias, las personas, los campesinos, las comunidades indígenas, afrocolombianas, para las mujeres, los niños, las niñas, para la población LGBTI, fuerza pública, excombatientes de las Farc…

Son 50 años de degradación moral y ética, y cuando estábamos sumidos en el fondo de ese abismo, que lamentablemente no lo han visto muchos en Colombia --que todavía son ciegos antes ese deterioro de la condición humana--, en ese instante, hemos tenido un destello de lucidez y se acordó la paz entre los hermanos colombianos y se crearon estas instituciones (Comisión de la Verdad, la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas y la Jurisdicción Especial para la Paz).
Nosotros, los componentes de este Sistema Integral, les queremos decir a las víctimas y excombatientes que somos muy conscientes de cuál es el cimiento de este sistema. El cimiento son los pozos y ríos de sangre, el cimiento es el enorme sufrimiento de todos ustedes.

Por eso somos conscientes de nuestra razón de ser, que no es retórica: verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición. En lo que concierne a la Jurisdicción Especial para la Paz, somos el componente de justicia, porque ese acuerdo, labrado en el fondo del abismo, es un acuerdo que proscribe la impunidad.

Estos no fueron errores de las Farc. Así lo hemos dicho, y así lo señala el Auto 019 (Primer Auto de Determinación de Hechos y Conductas de la JEP). Estos fueron delitos de lesa humanidad, es decir, del listón que ha impuesto el consenso de los pueblos sobre la gravedad de la conducta y el sufrimiento irrogado a las víctimas, esas atrocidades se califican como la afrenta superlativamente más repudiable. Estos delitos corresponden en su calificación al máximo acto de reproche que formula la humanidad. Una humanidad, además acostumbrada a vivir crudos conflictos, a vivir también en medio de la sangre, a soportar guerras mundiales y olas crecientes de deshumanización. Pues bien, en esa escala estos crímenes están arriba y no hay ningún arriba más arriba de ese, y eso lo señala el Auto 019.

Esperamos que pronto se lleve a cabo una audiencia en el seno de la JEP para, efectivamente, conocer el acto de reconocimiento, si este se da. Este acto de reconocimiento, naturalmente, no implica exoneración de responsabilidad, sino que también conduce a las sanciones, porque Jurisdicción Especial para la Paz, debe quedar claro, es equivalente a sanciones por crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad.

Pero es muy importante que se entienda que esta justicia transicional es una justicia restaurativa, que entiende la importancia, trascendencia, valor y coraje que representa confesar el propio hecho por parte del perpetrador. Creemos que cuando el victimario reconoce hechos que tienen que ver con crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad, y lo hace frente a las víctimas y a la comunidad nacional e internacional se requiere de un acto de valor, de aquellos que los griegos denominaban actos de Parresía, porque en ese momento estas personas quiere transitar a otra condición humana y Colombia no les niega ese tránsito a esa nueva condición humana , al nuevo domicilio de humanidad en donde quieren pernoctar, como dicen, en los últimos días. Pero atendiendo, hasta el final de sus días, el dolor de sus víctimas y asumiendo ese tránsito en la condición humana que no se les niega.

Colombia no les niega a los criminales de guerra, a los perpetradores de delitos de lesa humanidad que se conviertan en otras personas y afortunadamente estamos accediendo a este acto íntimo de conversión. Pero las víctimas son los sujetos protagónicos de la justicia transicional: presentan los informes, reclaman verdad, determinan los proyectos de reparación.
Estamos asistiendo, en ese sentido, a una revolución en el Derecho Penal Internacional y en el Derecho Transicional. Son las víctimas quienes, por primera vez en esta historia de este procesamiento de actos delictivos, las que se consideran los ejes, los pivotes de la justicia transicional. Pretendemos cumplir con esta tarea porque decimos y lo repetimos: la legitimación de estas instituciones es la verdad y justicia que pueda obtenerse.

Creemos que este acto de la Comisión de la Verdad es el primer escalón en ese ascenso de la indignidad total a ir asumiendo grados de dignidad. Y Colombia no nos puede negar a estas instituciones, ni a las víctimas, ni a los comparecientes esta oportunidad histórica que tenemos ¡Y vamos a cumplirla! Cumplirla significa también ampliar el cauce de la democracia, profundizarla y entender que nunca más se puede buscar el poder político a través de las armas. El camino de Colombia es uno solo: la paz, el respeto y la dignidad.

Podemos construir en Colombia muchas carreteras con muchas calzadas para unir los pueblos, pero para unir a las personas se requiere solamente un camino que cruce por cada uno de nosotros y es el camino de la reconciliación, de la verdad y del respeto irrestricto y absoluto a la dignidad humana.

Muchas gracias