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​“La vida sigue”, dice hombre víctima de violencia sexual.​

Todo en la vida de Juan Molina iba bien hasta que, con unos 20 años, fue víctima de violencia sexual por un grupo armado que él nunca identificó.

“Pudieron ser paramilitares", dijo.

Molina nació en el municipio de Plato en el caribeño departamento de Magdalena. Su infancia fue agradable. Se crio con su abuela en una finca y pasó tiempos felices con sus primas y primos.

“En el año 2000 fui desplazado. Llegaron unas personas haciéndose pasar por grupos al margen de la ley", relató Molina en una reciente entrevista con la oficina de prensa de la Unidad de Investigación y Acusación de la Jurisdicción Especial para la Paz.

De acuerdo con Molina, los agresores “nos amarraron, mejor dicho, nos humillaron. Fueron como 14 o 15 personas. Mi mamá, mi papá, mis hermanos. A todos nos llevaron para un campo y ahí abusaron de nosotros".

No contentos con la agresión, los victimarios amenazaron a todos los familiares de Molina y les advirtieron que si decían algo de lo sucedido los asesinaban.

Traumatizado por su amarga experiencia, Molina abandonó ese mismo día Plato y poco después llegó a Barranquilla donde ingresó a la universidad.

“Pero estudié con muchas dificultades porque con todo el problema (del abuso) terminé con problemas psicológicos, agregó. “No terminé la carrera porque, la verdad, me cambié muchas veces", añadió.

Entonces, con el alma arrugada, Molina regresó a Plato e hizo una licenciatura en educación. Por fin tenía en sus manos un título que lo acreditaba como profesional. Atrás habían quedado fallidos intentos de convertirse, por ejemplo, en administrador de empresas.

“Tuve una vida desordenada en ese tiempo" por la rumba, reconoció.

Con evidente tristeza, Molina sostuvo que el hombre antes de la violación “era completamente feliz, juicioso y con ganas de salir adelante. (Al Molina) de después le quedaron marcas y heridas".

Molina quiere perdonar hoy. Así lo reconoció la semana pasada cuando asistió a un evento organizado por la Unidad de Investigación y Acusación de la JEP –en un hotel del occidente de Bogotá– y el que nueve hombres que fueron víctimas de violencia sexual en el marco del conflicto armado colombiano contaron sus dolorosas experiencias.

“Yo creo que el único que perdona es Jesucristo. Yo no soy nadie para no perdonar. Pero tengo secuelas de lo ocurrido", comentó Molina, quien también observó que si eventualmente se encuentra con sus agresores no va a pasar nada “porque no voy a cobrar venganza".

Y un último consejo de Molina para los hombres que han sido víctimas de violencia sexual: que denuncien, que venzan el temor porque “la vida sigue".​​