​​“He tratado de perdonar, pero no he podido”, dice lideresa de Soacha que fue víctima de violencia sexual

Gilma Soraya Garzón no puede evitar aún que la voz se le entrecorte y los ojos se le agüen cuando recuerda lo que le sucedió hace 33 años en el barrio bogotano de Santa Librada.

Ella tenía apenas nueve años cuando fue abusada sexualmente por un tenebroso vecino. Pero “me acuerdo (de lo sucedido) tal cual como si hubiera sido ahora", indicó Gilma durante una entrevista con la oficina de prensa de la Unidad de Investigación y Acusación de la JEP.

En el sur de Bogotá, la madre de Gilma Soraya salía a trabajar y dejaba a la pequeña al cuidado de una vecina suya. Su nombre era Margoth y tenía como compañero a un sujeto llamado Laureano.

De acuerdo con la narración de Gilma Soraya, Laureano “mandaba a la esposa por cosas a la tienda. La señora jamás pensó que me iba a violar. Nos quedábamos solos y (Laureano) empezó a manosearme cada día más y más. Hasta que me violó. Yo no le conté a mi mamá (lo ocurrido). Yo viví con ese secreto durante muchos años".

Con el tiempo, la familia de Gilma Soraya se instaló en el municipio cundinamarqués de Soacha. Allí escuchó las historias de varias mujeres que también fueron abusadas sexualmente. Entonces empezó a interesarse por el tema. A algunas de las víctimas de ese atroz crimen les sugirió que contaran sus tragedias a alguien, ojalá a las autoridades.

Gilma Soraya les recomendó a sus vecinas, asimismo, algo bien sencillo y convincente: que no hicieran como ella que sufrió en silencio por más de 30 años. “Yo le quise contar a mi mamá, pero la verdad, cuando a uno le pasan esas cosas, como un caso de violación, la familia no le cree a uno", enfatizó con voz suave la hoy lideresa de 42 años.

Poco tiempo después de haber sido abusada sexualmente, la familia de Gilma Soraya –ella es la cuarta de seis hermanos– se fue del barrio y se instaló definitivamente en Soacha. En consecuencia, no volvió a tener noticias de su victimario. Pero hace cinco años regresó al sector donde su vida se partió en dos.

“Yo lo vi y me puse fue a llorar porque inmediatamente recordé el episodio que pasó. (Laureano) me reconoció a lo lejos. Ya está viejo. Ya está enfermo. Miré al Cielo y dije: 'Señor, perdónalo porque yo no puedo (…) Yo he tratado de perdonar, pero no he podido", agregó Gilma Soraya, madre de tres hijos.

Al mal tiempo, buena cara, pensó en voz alta Gilma Soraya. Entonces, vendiendo dulces en los buses, terminó su bachillerato y se hizo auxiliar de enfermería. Desde entonces no ha parado de prepararse: ha hecho cursos de cooperativismo, de género, de violencia contra las mujeres… También hace parte de la Casa Ernestina Parra de Soacha, que trabaja por los Derechos Humanos de las mujeres.

“Mejor dicho, estoy más preparada que un yogur", recalcó Gilma Soraya, con satisfacción. “Yo a las mujeres siempre les digo que hablen, que denuncien, que rompan el miedo, porque el miedo es un factor para no hacer las cosas, para no avanzar".

El tema de los hijos no ha sido fácil para Gilma Soraya. El mayor tiene 25 años y esposa; la segunda, de 23, padece de una discapacidad, y la tercera, de 22, está en la cárcel.

Ver a su hija menor en prisión ha sido muy duro para Gilma Soraya. Ella es una muchacha inteligente que se crio en Soacha en un entorno complicado. La agobiada madre espera que pronto esté libre para que le aporte algo a la sociedad.

Tan hostil es el ambiente de Soacha que, en septiembre de 2014, Gilma Soraya –según su relato– tuvo que cambiar de barrio por ese ambiente peligroso que han creado grupos armados al margen de la ley. Las víctimas preferidas de esas organizaciones criminales son los jóvenes. De ahí, tal vez, el traspié que sufrió la hija menor de Gilma Soraya.

Hace algunos años, Gilma Soraya se enteró de la existencia en Soacha de la Red de Mujeres Víctimas y Profesionales, una organización sin ánimo de lucro que actualmente cuenta con varios centenares de mujeres que fueron víctimas de violencia sexual con ocasión del conflicto armado colombiano.

“Un día, como yo vivía en Altos de la Florida, me vinculé (a la Red). Hoy en día soy coordinadora de un grupo focal" de la mencionada entidad en temas de violencia sexual", explicó Gilma Soraya, quien dice ser una convencida de que “si las mujeres nos unimos, logramos muchas cosas".

En los talleres que organizan conjuntamente la Red de Mujeres Víctimas y Profesionales y la Unidad de Investigación y Acusación de la JEP Gilma Soraya contó por primera vez su historia de horror. Recuerda que ese día, el de su desahogo, hubo mucho dolor, pero se quitó un peso de encima. ​