COMUNICADO 134

Víctimas y comparecientes transformaron el antiguo “patio del olvido” de Palmira en un lugar de memoria y reconciliación

  • En el Cementerio Central de Palmira, víctimas y comparecientes de las Farc-EP y de la fuerza pública cocrearon una iniciativa restaurativa orientada a la búsqueda de personas desaparecidas y se podría convertir en un TOAR.
  • En Colombia, 132.877 personas fueron desaparecidas durante el conflicto armado, según la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas. De ellas, cerca de 9.000 se registraron en el Valle del Cauca, uno de los territorios más afectados, donde la magnitud del fenómeno exige respuestas urgentes. 
  • Comparecientes del Caso 05 de la JEP, que investiga crímenes en el norte del Cauca y el sur del Valle del Cauca, participaron y reafirmaron sus compromisos de reparación a través de acciones de búsqueda y dignificación de las víctimas.

Palmira, Valle del Cauca, 29 de agosto de 2025. Un grupo de víctimas de desaparición forzada, junto a comparecientes de las antiguas Farc-EP y de la fuerza pública vinculados al proceso judicial ante la JEP, se reunió en el Cementerio Central de Palmira en el marco de la iniciativa “Nos Juntamos para Encontrarles”. Durante el encuentro restaurativo se trascendió lo simbólico y se aportaron resultados concretos para la memoria y la reconciliación.

La iniciativa fue convocada por la Corporación Humanitaria Reencuentros, la Fundación Comité de Reconciliación y la Corporación Desarrollo Regional, con el apoyo del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Embajada de Suecia, la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas (UBPD) y la Pastoral Social de la Diócesis de Palmira. También participaron la JEP, la Misión de Verificación de Naciones Unidas, la Gobernación del Valle del Cauca, la Alcaldía de Palmira, el sector académico y diversas organizaciones sociales.

Durante el encuentro se resignificó un sector del cementerio conocido durante años como el “patio del olvido”, donde fueron inhumados cuerpos sin identificar. Ese espacio fue transformado en un lugar de memoria. Como parte de la iniciativa se construyeron y adecuaron 600 osarios para preservar dignamente los cuerpos recuperados por la UBPD, se pintó un mural en la entrada principal y se realizaron actos simbólicos que convirtieron un sitio marcado por la ausencia en un escenario de encuentro, dignificación y vida.

El secretario ejecutivo de la JEP, Harvey Suárez, destacó la importancia de que esta iniciativa haya surgido desde las víctimas y los comparecientes que decidieron dialogar y trabajar juntos. Explicó que la Jurisdicción se suma en un momento en el que ya existe un nivel de apropiación territorial muy significativo: “La importancia de la JEP hoy es poder acompañar y articularse en un proceso en el que las comunidades ya han hecho lo suyo, reforzando ese camino y contribuyendo a que avance con más fuerza”.

Suárez destacó que lo ocurrido en Palmira no es solo una iniciativa, sino un proceso restaurativo territorial con resultados palpables. “Aquí ocurre algo de una dimensión muy significativa: víctimas que por décadas han buscado y comparecientes que en el pasado causaron daño hoy se encuentran para proponer restauración y dignificación. Esto es lo que en la Jurisdicción llamamos hechos restaurativos”, afirmó.

Durante su intervención, enfatizó que pocas acciones tienen tanta potencia reparadora como la búsqueda de personas dadas por desaparecidas y la entrega digna de sus cuerpos a las familias, una de las principales líneas restaurativas de la JEP junto con el esclarecimiento de la verdad. “Tal vez no haya un hecho restaurativo de mayor contundencia que la ubicación, la identificación plena y la entrega digna de una persona desaparecida. Son procesos que, aunque parezcan pequeños, son los más sentidos para las víctimas”, añadió.

Además, recordó que este esfuerzo hace parte de un proceso más amplio que se expande a distintos territorios: “Lo que está pasando aquí no ocurre solo en Palmira: también avanza en Neiva, Dabeiba y Cúcuta. Estamos viendo un mapa de lugares de memoria que empiezan a iluminar la vida de muchas familias y comunidades. Esta segunda oportunidad no se construye en las mazmorras oscuras de una cárcel, sino en espacios de dignificación como este cementerio, que deja de ser un lugar de silencio para convertirse en un lugar de luz”. 

Este hecho tiene un valor adicional para la Jurisdicción: en Palmira participan comparecientes del Caso 05, que investiga crímenes ocurridos en el norte de Cauca y el sur del Valle del Cauca. Su presencia confirma que los compromisos asumidos ante la JEP trascienden el ámbito judicial y se reflejan en gestos concretos de reparación y reconciliación. Además, lo ocurrido allí tiene un carácter inédito: se trata de la cocreación de una iniciativa restaurativa entre víctimas y comparecientes, realizada de manera anticipada a la imposición de Sanciones Propias y orientada específicamente a la búsqueda de personas desaparecidas.

Por sus características, esta experiencia se podría convertir en un proyecto de Trabajos, Obras o Actividades con contenido Reparador–Restaurador (TOAR). Son acciones realizadas antes de que la JEP imponga las Sanciones Propias a los máximos responsables que han reconocido su responsabilidad, pero que reflejan el espíritu de estos proyectos, a los que se deberán vincular como parte de su sanción. Con hechos, los comparecientes contribuyen a reconstruir el daño causado a las víctimas, comunidades y Territorios. 

Para Jhon León, director de la Corporación Humanitaria Reencuentros, este proceso hace parte del camino de reincorporación de los exintegrantes de las Farc-EP, con un sentido profundamente humano: “Los ejercicios de búsqueda de personas desaparecidas no son solamente una obligación judicial, sino una responsabilidad ética. Este compromiso existe incluso antes de la firma del acuerdo y hoy lo seguimos asumiendo como un deber profundo con las víctimas y con la sociedad”.

Por su parte, Diego Alberto Bareño Suárez, compareciente de la fuerza pública, recalcó que lo ocurrido en Palmira va más allá de una obra física: “Hoy no estamos entregando únicamente infraestructura. Estamos entregando un proceso restaurativo lleno de enseñanzas, esperanza y reconciliación. Antiguos antagonistas del conflicto hoy estamos aquí reunidos, trabajando en un mismo propósito”, dijo durante el encuentro. 

Las víctimas hicieron un llamado al país. Martha Burbano, de la Corporación Desarrollo Regional, recordó que la desaparición forzada sigue siendo invisibilizada y estigmatizada: “Generalmente quienes buscan son mujeres —madres, hermanas, abuelas, tías, amigas— que no cuentan con una institucionalidad dispuesta a escuchar y comprometida con la búsqueda”. 

Acciones como esta abren un trabajo conjunto entre comunidades, comparecientes e instituciones, con la reconciliación como eje. En Palmira reposan más de 600 personas inhumadas sin identificar o sin reclamar. Frente a ello, Burbano añadió: “Hoy no termina nuestro trabajo, hoy al fin empieza un camino conjunto por la búsqueda. Reconocemos el compromiso de comparecientes y firmantes y esperamos que permanezca, porque merecemos y tenemos derecho a vivir en paz”.

La directora de la UBPD, Luz Janeth Forero, señaló que lo ocurrido en Palmira demuestra que lo que parecía improbable hoy es posible: “En apenas dos años desde la primera intervención forense hemos visto hallazgos que nos abruman y, al mismo tiempo, nos recuerdan la magnitud del reto que tenemos en todo el país”. Recordó además que la UBPD ha documentado 132.877 personas desaparecidas en el conflicto armado, de las cuales cerca de 9.000 corresponden al Valle del Cauca.

Por su parte, el representante residente del PNUD en Colombia, Claudio Tomasi, resaltó que lo ocurrido en Palmira es fruto de la perseverancia de las víctimas y del compromiso de quienes, habiendo hecho parte del conflicto, hoy trabajan por la reconciliación. “Lo improbable se ha vuelto posible: antiguos enemigos hoy trabajan juntos, compartiendo historias y esfuerzos para reconocerse como humanos. La paz no solo se acuerda: la paz se construye en el gesto cotidiano y en el reconocimiento del otro”, afirmó. 

El acto estuvo acompañado de expresiones culturales y artísticas que ampliaron su fuerza restaurativa: las familias buscadoras presentaron la puesta en escena ‘Entre sombras y esteras’; la artista Helena Hinestroza y su grupo Pacífico ofrecieron un repertorio musical con mensajes de esperanza; y la obra simbólica ‘VILOMAH’ acompañó la ofrenda floral frente a los osarios. Estos gestos mostraron que la memoria, el arte y la espiritualidad son también caminos de sanación colectiva. 

La presencia de la Misión de Verificación de la ONU, de autoridades locales y de diversos actores internacionales ratificó la importancia de este proceso. Este se suma al mapa de iniciativas de memoria que ya incluye experiencias en Huila y Antioquia, y que seguirá extendiéndose a otros territorios del país. En el acto estuvieron presentes comparecientes que participan en el Caso 05, en el cual están priorizados los hechos ocurridos en el norte del Cauca y en el sur del Valle del Cauca, incluido en el municipio de Palmira y reafirmaron sus compromisos de búsqueda y dignificación de las víctimas.

Palmira deja en la historia un ejemplo contundente de reconciliación: un cementerio que fue símbolo de silencio y abandono hoy es un lugar de memoria, dignificación y esperanza. Este hecho restaurativo anticipado confirma que la paz se construye desde los territorios y que la búsqueda de las personas desaparecidas seguirá siendo una de las líneas más transformadoras del camino hacia la verdad, la justicia y la no repetición en Colombia.