​​​​“En mi corazón no hay espacio para perdonar a esa gente", dice madre de hombre asesinado por militares en el Huila

Neiva, Colombia, 26 de noviembre de 2025 (@UIA_JEP) Para la época en que su hijo fue asesinado, Clementina Ávila Ballesteros trabajaba en la cocina de un restaurante del municipio boyacense de Puerto Boyacá. 

 

Empezaba el 2008 y para ese momento ella ya no dormía con tranquilidad. 

 

En una reciente entrevista con el Grupo de Relacionamiento y Comunicaciones de la Unidad de Investigación y Acusación de la JEP*, Clementina Ávila explicó que años atrás, en un sueño por demás de miedo, Dios le reveló que Edwin Alexander Ávila iba a ser el primero de sus hijos en morir.

 

Por eso, cuando a principios de marzo de 2008 una cuñada suya le avisó en Puerto Boyacá que habían llamado de Neiva a reportar la muerte de uno de sus hijos, Clementina Ávila no dudó un instante en que algo malo le había pasado a Edwin Alexander (o a José, como ella lo llamó siempre durante los 24 años de su vida).

 

Yo estaba echando un arroz en un sartén y apenas Miriam (su cuñada) me dio la noticia yo salí a correr. Entonces me encontré a mis dos hijas y me preguntaron: 'Mamá, mamá, ¿qué le pasó?'. Y yo les respondí sin dudarlo: 'Que mataron a Edwin", recordó Clementina Ávila, de 63 años y quien tuvo cinco hijos: tres hombres y dos mujeres.

 

La verdad es que Miriam, en ningún momento, le dijo a Clementina Ávila ―entre otras cosas porque no lo sabía con precisión― que el muerto era Edwin Alexander. 

 

La afligida madre, sin embargo, lo dedujo en el acto por el sueño premonitorio de años atrás.

 

De inmediato, Clementina Ávila les dijo a las personas que la acompañaban en ese momento: “Busquemos a Güicho", o a José Amílcar Parra, el suegro de otro de sus hijos. 

 

Mamá, Güicho también está muerto", le respondieron al unísono.

 

Está probado que el 25 de febrero de 2008, un militar vestido de civil apareció en el barrio Gaitán de Neiva y abordó a cuatro hombres: Edwin Alexander Ávila, José Amílcar Parra, Jonathan Ruiz y Rafael Medina. A todos les habló de un trabajo (inexistente) en el municipio huilense de Pitalito relacionado con ornamentación y soldadura.

 

Los cadáveres de Parra, Ruiz y Medina fueron encontrados un día después. El cuerpo sin vida de Edwin Alexander Ávila, en cambio, fue hallado los primeros días de marzo de ese 2008 en el río Suaza.

 

El abril pasado, dentro del Subcaso Huila que adelanta la Jurisdicción Especial para la Paz para tratar de esclarecer las ejecuciones extrajudiciales de que fueron víctimas más de 200 civiles del mencionado departamento, varios exmilitares reconocieron que Ávila, Parra, Ruiz y Medina eran inocentes y que sus asesinatos hicieron parte de un plan macabro para presentar un falso resultado operacional.

 

Incluso, uno de ellos relató que Edwin Alexander Ávila se dio cuenta de que lo iban a matar y que hizo hasta lo imposible para impedirlo. Por eso fue separado de sus tres compañeros y asesinado a sangre fría. 

 

Todo sucedió en el sector de La Victoria, en el municipio de Acevedo, Huila.

 

Mi hijo me lo entregaron vuelto nada, ya sin ojos (por la descomposición de su cuerpo)", comentó Clementina Ávila. “La verdad yo duré ocho años para entender que había enterrado a mi hijo. Fueron ocho años de martirio para mí", agregó. “A mí me entregaron un paquete negro envuelto de pies a cabeza, sin saber si era mi hijo. Eso es algo que llevo en mi mente día y noche", añadió.

 

Tal vez por todo lo anterior es que Clementina Ávila recalca que el perdón para los asesinos de su hijo está bastante lejos. “En mi corazón no hay espacio para perdonar a esa gente", dijo.

 

Un perdón que se hace más difícil luego de los encuentros que, promovidos por la Jurisdicción Especial para la Paz, ella ha tenido con los asesinos de su hijo.

 

Según Clementina Ávila, en una de esas reuniones, por ejemplo, uno de los exmilitares que participó en el asesinato de Edwin Alexander Ávila habló del pago que recibió por el atroz crimen: medio pollo y una gaseosa. “Eso es como si me hubiera pegado una puñalada en el corazón. Eso me carcome a diario".

 

En otro de los encuentros, uno de los militares que hizo parte del grupo que asesinó al hijo de Clementina Ávila recibió de ella como castigo la palabra desprecio. “El que me sacó a mi hijo de la casa fue tan conchudo que me puso la mano en el hombro y me dijo: 'Hola, doña Clementina, cómo está'. Yo lo volteé a mirar como a un microbio, escupí en el suelo y me puse a llorar", concluyó.​

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(*) El 24 y 25 de noviembre de este año, un grupo de expertos de la Unidad de Investigación y Acusación de la JEP se reunió en Neiva con más de medio de centenar de víctimas del proceso adversarial Caso-Huila.

Más de 200 personas fueron ejecutadas extrajudicialmente en esa zona del país por corruptos integrantes del Ejército Nacional, entre 2005 y 2008.

Por esos hechos, seis exmilitares de alto rango están siendo investigados actualmente por la Unidad de Investigación y Acusación.

El encuentro en la capital del Huila fue conducido por Luz Helena Morales, fiscal ante Tribunal, y por Pilar Rueda, asesora de la Dirección de la UIA.