“Que vayan allá (al Alto de la Tabla) y saquen sus restos", les pide a las autoridades víctima de desaparición del Guaviare
San José del Guaviare, Colombia, 27 de junio de 2025 (@UIA_JEP) No hay día, desde hace más de 40 años, que Mireya Tolosa Cubides no piense en Ancízar, su hermano mayor desaparecido.
Y lo hace porque lo recuerda con un cariño inmenso y porque su madre pronunció el nombre de su muchacho hasta el momento de su muerte, en 2015.
María Elvira Cubides tenía entonces 92 años.
“Él (Ancizar) era muy bravo, pero me quería mucho porque yo era la última (o la menor de la familia). El me regalaba hebillitas y me mandó muchas cartas cuando estuvo en la Fuerza Aérea", le explicó Mireya Tolosa el viernes al Grupo de Relacionamiento y Comunicaciones de la Unidad de Investigación y Acusación de la JEP.
Del 24 al 27 de junio, una delegación de la Unidad de Investigación y Acusación, encabezada por su director, Giovanni Álvarez Santoyo, estuvo en San José del Guaviare y se reunió con casi 40 víctimas del conflicto armado de la mencionada ciudad y de los municipios guaviareños de El Retorno, Calamar y Miraflores.
El objetivo era presentarles la Jurisdicción Especial para la Paz a las víctimas y a las autoridades locales, y dar apertura oficial a la oficina de la entidad en San José de Guaviare, cuyo fiscal encargado es el abogado Cristiam Isnardo Alfonso Viviescas.
La familia de Mireya Tolosa proviene del departamento de Boyacá. Sus orígenes están entre los municipios de Garagoa y San Luis de Gaceno. Ella es la menor de 12 hijos y terminó en el Guaviare porque una de sus hermanas se vino para el sur del país y prácticamente fue la avanzada para que otros de sus parientes cogieran el mismo camino.
Hacia 1981, Ancízar Tolosa le dijo adiós a la Fuerza Aérea. Estudiaba en el municipio cundinamarqués de Madrid y el dinero escaseó en la familia para continuar con su formación. Entonces, con la rebeldía que lo caracterizó siempre y molesto con su madre, se vino para San José del Guaviare.
Corría 1983.
“Después de que nos mandó un telegrama diciendo que estaba en el Guaviare, vinimos a visitarlo con mi mamá. Mi papá ya estaba acá y entre él y Ancízar compraron una finquita, más abajo de La Libertad. Eso es yendo para Calamar", explicó Mireya Tolosa, de 61 años y madre de tres hijos: dos hombres y una mujer.
Pocos meses después, los Tolosa tendrían nuevas noticias de Ancízar.
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En la Semana Santa de 1985, de acuerdo con Mireya Tolosa, a Garagoa llegó la noticia de que Ancízar había desaparecido. Unos días antes de la Semana Mayor, Ancízar había tenido un problema de tragos en La Libertad con unos supuestos milicianos de las FARC.
Por lo poco que ha podido establecer la familia de Mireya Tolosa, se sabe que la guerrilla citó en un paraje rural (el Alto de La Tabla) a Ancízar y a unos hermanos de apellido Ariza para supuestamente zanjar el lío de días atrás con los milicianos. Todo parece indicar que Ancízar y los Ariza fueron asesinados por guerrilleros de las FARC.
“Nunca más volvimos a saber de Ancízar. Lo mataron a él y a los Ariza. Parece ser que están enterrados en un cementerio en La Tabla", agregó Mireya Tolosa, quien recordó que su madre siempre tenía una frase para cualquier conversación familiar: “¿Dónde estará mi Ancízar?".
Cuarenta años después de la desaparición de Ancizar Tolosa, su hermana Mireya tiene claro él no está vivo y no le pide mucho al Estado para tratar de ponerle fin a tan doloroso tema: “Que vayan allá (al Alto de la Tabla) y saquen sus restos".
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Durante una sentida intervención antes las víctimas del Guaviare, el fiscal jefe de la JEP, Giovanni Álvarez, empezó por decirles que “este proceso (de la Jurisdicción Especial para la Paz) se creó por ustedes y para ustedes".
Al decir de Álvarez Santoyo, una de las grandes metas de la JEP “es cambiar el país" porque “todos queremos un país tranquilo, en medio de tantas bellezas, como las del Guaviare".
Para conseguir ese objetivo, agregó, “hay que cambiar la mentalidad de las generaciones futuras, esto es, por ejemplo, buscar formas distintas (a la guerra) de solucionar los conflictos y el diálogo es una de ellas".
Más adelante, el funcionario destacó la valentía de las víctimas del conflicto armado y no dudó en afirmar que “un país con casi el 20% de su población victimizada pareciera ser inviable (en referencia a que casi 10 millones de colombianos fueron víctimas del conflicto armado, según cifras de la Unidad para las Víctimas). Sin embargo, por personas como ustedes, las víctimas, este país no se rinde. Y eso es gracias a su resiliencia, a su empuje y a las ganas de hacer mejor las cosas".
Finalmente, en la parte más emotiva de su presentación, Álvarez Santoyo recordó las obligaciones que los servidores públicos tienen con las víctimas del conflicto armado.
“El servidor público no tiene por qué poner en tela de juicio lo que usted dice. Eso se llama injusticia testimonial y a través de la injusticia testimonial se revictimiza a las personas", dijo.
Y concluyó: “En estos escenarios, yo las invito (a las víctimas) a que no perdamos el pulso, a que no perdamos la esperanza, porque el día que perdamos la esperanza la sociedad colombiana va a fracasar. Y, como les decía, este país funciona porque ustedes no han perdido la esperanza".