​​Solo pido “que digan que Saulo José Posada no fue guerrillero": familiar de víctima de 'falsos positivos' del Batallón La Popa 

El 20 de agosto de 2002, Saulo José Posada Rada fue asesinado por efectivos del Batallón La Popa de Valledupar, entonces comandado por el hoy coronel en retiro del Ejército Publio Hernán Mejía Gutiérrez. 

El cuerpo sin vida de Posada Rada, falsa e infamemente, fue reportado por los militares como el de un guerrillero muerto en combate. Coincidentemente, una de las tías de la víctima, María, laboraba en el hospital a cuya morgue fue enviado el cadáver.

Esta es la historia:

El domingo 18 de agosto de 2002, el albañil Saulo José Posada Rada salió de su casa —en el barrio San Martín de Valledupar— para no regresar jamás. El día anterior le había dicho a su tía María, con cara de satisfacción, que iba a ir a una finca a cotizar y a tomar las medidas para unas obras.

Hacia las siete de la noche del lunes 19 de agosto, y cuando se aprestaba a salir del hospital 'Rosario Pumarejo de López', después de haber cumplido la jornada laboral, María fue alertada por una de sus compañeras de trabajo con una información poco común.

Que trajeron (los cadáveres de) unos guerrilleros", le dijo.

Casi 23 años después de los trágicos hechos, María recuerda que, cuando su colega le dio la noticia, “a mí el corazón empezó a palpitarme" porque “recordé que Saulo no había llegado a la casa" la noche anterior.

Entonces María y su compañera fueron hasta la morgue y observaron a varios cadáveres sobre planchas de cemento cubiertos con bolsas verdes y negras. 

Uno de los cuerpos era el de su sobrino de 28 años, Saulo José Posada Rada, el hijo de una de sus hermanas que, en busca de mejores horizontes, se había ido a vivir a Venezuela. 

María se puso tan mal por el hallazgo en la morgue que un hombre que estaba allí espetó de manera irresponsable: “Tráiganle un vaso con agua a esta señora y siéntenla. La señora que está llorando es la mamá del guerrillero".

Indignada, María enfrentó al hombre que hizo el comentario —al parecer un investigador— y con la sangre hirviendo le preguntó: “¿A usted le consta que él era guerrillero?".

Por más que María le explicó que su sobrino era un muchacho trabajador y de bien, el personaje imprudente insistió en que Saulo José Posada hacía parte de un grupo armado ilegal. 

Yo le puedo demostrar que él no era eso", ripostó la valiente mujer, quien a renglón seguido explicó qué hacía su sobrino y cómo fue la última conversación con Saulo José el día previo al asesinato.

A partir de ese momento, la vida de María se partió en dos. Solo hubo problemas y todo fue desagradable. Lo primero fue que al sepelio de su sobrino solo fueron algunos familiares. 

Los amigos, seguramente, se alejaron de los Posada Rada porque no querían tener trato con la familia de alguien al que señalaban de guerrillero y que, por ende, era enemiga del Ejército. Adicionalmente, María tuvo que sacar a sus hijos de Valledupar ante el temor de que les sucediera algo. 

Es más, agregó María con tono de molestia, “mis compañeras (de trabajo en la clínica) me abrieron (o tomaron distancia de ella) porque yo era la tía del guerrillero". 

Y dos o tres meses después del asesinato de su sobrino, María recibió un golpe más que ella veía venir casi que desde el mismo día en que mataron a Saulo José: la despidieron del trabajo.

Tal vez por todas las vicisitudes anteriores es que María dice sentir dolor cuando el implicado más notorio en la muerte de su sobrino y de 71 personas más, el coronel Publio Hernán Mejía Gutiérrez, excomandante del Batallón La Popa de Valledupar (2002-2004), afirmó esta semana en el juicio oral que se sigue en su contra y en palabras recogidas por María:

Que “a él le dañaron su hoja de vida, que le mataron a su hermano, que atacaron a su hijo. Yo no me alegro por eso, pero y yo qué. Yo perdí mi trabajo, tuve que sacar a mis hijos de Valledupar, perdí a mis compañeras, a mis amistades, perdí mi tierra, perdí mis raíces y yo nunca he dicho que me jodieron la vida".

En efecto, los pasados 29 y 30 de abril, en la sede norte de la JEP en Bogotá, Mejía Gutiérrez rompió su derecho constitucional a guardar silencio y ante los magistrados de la Jurisdicción y la opinión pública explicó cuál fue su gestión durante su pasó por el Batallón La Popa.

Mejía Gutiérrez fue acusado en julio de 2023 por la Unidad de Investigación y Acusación de la JEP como presunto responsable de los delitos de homicidio en persona protegida, tortura y desaparición forzada.

A Mejía Gutiérrez se le responsabiliza de haber ideado y conducido un ilegal Aparato Organizado de Poder que, entre diciembre de 2001 y noviembre de 2003, segó las vidas de 72 personas que mentirosamente fueron presentadas a las autoridades y a la opinión pública como delincuentes muertos en combate.

Un año después del asesinato de Saulo José Posada, varios detectives de Bucaramanga viajaron hasta Valledupar y en la casa de María le dijeron que la investigación había concluido que su sobrino no era un guerrillero y le sugirieron que se constituyera en víctima dentro del proceso.

Yo les dije que no quería nada, que simplemente quería que esa noticia la sacaran en un periódico (…) para limpiar su nombre, que cualquier otra cosa la única facultada para hacerlo era su mamá", explicó María, madre de cuatro hijos, en entrevista con el Grupo de Relacionamiento y Comunicaciones de la Unidad de Investigación y Acusación.

Actualmente, María vive fuera de Valledupar. Todavía hay mucho temor y prevención en ella. Solo pide que algún día haya un acto público en el que “digan que Saulo José Posada no fue guerrillero. Yo no pido más". Y, porque respeta a las autoridades, pide que se haga justicia con los hombres que mataron a su sobrino. Y que, a ellos, a los asesinos, “los perdone Dios, porque yo no puedo".​