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​​​“Tenerle lástima a las víctimas es faltarles al respeto": fiscal de la UIA en Pasto​

William Hernández Barreto es el fiscal de la Unidad de Investigación y Acusación (UIA) de la JEP en Pasto, la capital de Nariño.

Su trabajo, sin embargo, también llega hasta los departamentos de Cauca y Valle del Cauca.

Bogotano de 44 años, Hernández es abogado de Uniciencia y especializado en la Universidad Autónoma en derecho penal y justicia transicional.

Antes de llegar a la UIA (en noviembre de 2018), Hernández estuvo 25 años en la Fiscalía General de la Nación, entidad en la que en los últimos años se dedicó a investigaciones relacionadas con narcotráfico y lavado de activos.

¿Cuánto hace que llegó a Pasto como fiscal de la UIA y representante de la JEP?

Tres meses.

En estos meses, ¿có​mo ha visto a las víctimas del conflicto armado en relación con la UIA y con la JEP?

Están llenas de expectativas. También hay mucho desconocimiento, sobre todo en las zonas que no son los cascos urbanos, como las veredas. Muchas personas tienen un conocimiento mínimo sobre lo qué es la JEP y lo qué es la UIA.

Las víctimas están llenas también de resentimiento por lo que les ha tocado vivir en otros procesos. Es innegable que el trato hacia las víctimas no ha sido el mejor.

Ellas están muy prevenidas porque han recibido mucho maltrato de algunas entidades del Estado. Han sido revictimizadas de todas las formas.

Y usted como fiscal de la UIA, ¿qué expectativas tiene en este trabajo en Pasto?

Servir a las víctimas. Esa es la disposición mía y de todo mi equipo de trabajo. Nosotros estamos al servicio de las víctimas y para las víctimas.

¿Qué directriz le ha dado en ese sentido el director de la UIA, Giovanni Álvarez?

Siempre ha sido esa. Él es una persona que siempre ha dicho y ordenado que el núcleo central (de nuestro trabajo) son las víctimas y que estamos al servicio de ellas.

¿Hay alguna historia de una víctima que lo haya conmovido?

Uno no debería tener un rasero para decir qué historia de víctimas es peor (en cuanto al drama vivido por ellas). Todas son historias complicadas, pero de pronto la de un par de abuelitos que fueron desplazados de una parte rural de Nariño.

Son personas de avanzada edad. Ellos están acá. Tenían su finca, tenían su ganado y prácticamente están viviendo de la caridad. Es muy complicado ver esa clase de situaciones porque usted habla con ellos y son campesinos que dicen: “Yo tenía mi tierra, yo trabajaba y mire las condiciones en las que estoy. Hoy como, mañana no". Son cosas que lo impactan a uno mucho.

¿Alguna vez se le ha hecho un nudo en la garganta escuchando este tipo de relatos?

Sí, pero yo pienso que lo que menos quieren las víctimas es que uno las vea con cara de pobrecitos. Ellas, dentro de su situación, tienen que ser dignificadas, por más difícil que sea su situación, por más dura, por más triste.

Yo pienso que dignificar a las víctimas es verlas con el respeto que se merecen. Y cuando usted las pobretea, cuando usted las mira con cara de ay, qué vaina, yo pienso que es faltarles al respeto.

En este momento, ¿cuántas víctimas están en la UIA en esta zona del país?

Las víctimas del caso 02 suman entre 2.700 y 2.800 personas.

¿Usted ya conocía este sector de Colombia?

Sí, porque (cuando estuvo en la Fiscalía) esta era la zona de influencia que yo manejaba en investigaciones sobre narcotráfico. Pero una cosa es vivir tres días, y otra es vivir acá (de tiempo completo).

Cuando usted se vaya de acá, ¿cómo quiere que lo recuerden las víctimas?

A mí, no. Yo quiero que digan que la UIA está al servicio de ellas. Eso es más importante. Los hombres no son las instituciones. ​​