​​“El perdón lo da Dios, pero el odio ya lo perdí", dice víctima de violencia sexual de Plato​

El jueves pasado, Aldemar tuvo que mentirle una vez más a su esposa. Aunque quiso revelarle su secreto de toda la vida, se aguantó y le dijo que la empresa de seguridad para la que trabaja lo había enviado a hacer un taller de capacitación.

Y si le cuento", pensó en voz alta. “Mejor dejemos así. Ya llegará el día. Todavía me da pena".

La verdad fue que el viernes y el sábado Aldemar hizo parte de un grupo de hombres que, provenientes de varias regiones del país, y convocados por la Unidad de Investigación y Acusación de la JEP, se reunió en el caluroso puerto de Plato, Magdalena, para desarrollar la 'Jornada de Trabajo con el Grupo Focal de Hombres Heterosexuales y Gais'.

La historia que Aldemar aún le esconde a su esposa se remonta al año 2000. Para entonces él tenía 14 años y el sueño de ser administrador de empresas.

El 27 de julio de ese año, Aldemar viajó a la vereda Jesús del Río, en el municipio de Zambrano, Bolívar, a visitar unos tíos.

Yo quisiera no recordar todo eso (que pasó ese día). Ojalá yo pudiera sacarme eso de la cabeza", le dijo Aldemar al Grupo de Relacionamiento y Comunicaciones de la Unidad de Investigación y Acusación de la JEP.

Eso fue en la noche, como a las siete. Yo estaba con mi tío y mi tía en la casa. Yo estaba en el cuarto. Mi tío y mi tía estaban afuera. Cuando escuché bulla, yo salí. Recuerdo que me dieron una patada en el pecho y caí.

“Eran como 10 tipos armados.

Después los tipos me llevaron a un arroyo. Allá sucedió lo que sucedió (que al menos dos de los hombres armados abusaron sexualmente de él). Yo era muy niño. Solo recuerdo que me puse a llorar".

Después de que fue agredido sexualmente (al parecer por paramilitares), Aldemar regresó a la casa. Entre el arroyo y el ranchito había unos 100 metros. No le contó nada de lo sucedido a su tía. Es más, hoy en día no descarta que sus tíos hubieran corrido su misma suerte. Al otro día regresó a su casa de Plato. Tampoco le contó a su madre.

En la casa mi mamá se enteró por medio de la psicóloga del colegio. Allá notaron que yo ya no rendía en el estudio. Yo estaba como en séptimo de bachillerato", agregó Aldemar, quien fue el menor de siete hijos: seis hombres y una mujer.

Años después, Aldemar terminó el bachillerato y prácticamente se regaló para prestar el servicio militar. Su objetivo en la milicia era claro: vengarse de los hombres que lo violaron.

Yo me fui para el Ejército con sed de venganza", enfatizó.

Pero, según sus palabras, el tiempo lo cura todo (o casi todo) y su vida empezó a enderezarse. Conoció a una mujer con la que tiene tres lindas hijas. La sonrisa ha regresado con él. El trabajo ha sido un gran aliciente. No se le quita a ningún trabajo desde que sea digno.

—¿Cómo consiguió esa tranquilidad espiritual?

—Le dejé el tema a mi Dios. Así he ido superando esto.

—¿Qué pasó cuando contó su historia por primera vez en la JEP?

—Eso fue terrible para mí. Ese día hasta lloré. Desenterré algo que me martirizaba.

—¿Cómo cree que reaccionaría si tuviera delante suyo a los hombres que lo agredieron?

—Yo creo para mal.

—¿Y la paz para Colombia?

—Claro, creo en la paz. Como dice en la libreta militar: si quieres la paz, prepárate para la guerra.

—¿Qué pasó con el sueño de ser administrador de empresas?

—Todavía tengo ese sueño.

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Son las 10 de la mañana del 24 de febrero de 2024. El reporte oficial dice que la temperatura en Plato está arriba de los 32 grados. El evento se desarrolla en el restaurante Medellín. Es en un segundo piso y la veintena de hombres heterosexuales y gais que participa en el encuentro organizado por la Unidad de Investigación y Acusación está feliz con el anuncio de que en Villavicencio se construirá un centro especializado para víctimas de violencia sexual con ocasión del conflicto armado.

Me parece excelente, maravilloso", ha dicho José, quien en la reunión de Plato se encuentra a escasos tres metros de Aldemar en un salón con aire acondicionado.

La historia de José se asemeja mucho a la de Aldemar.

En septiembre de 2002, en la finca Caño Negro de la vereda la Trocha de los Chivos, en Plato, José fue abusado sexualmente por un grupo de hombres armados.

Para esa momento José sostenía un noviazgo furtivo con Verónica, entonces de poco más de 30 años.

Los asaltantes, al parecer paramilitares, separaron a los novios. A José lo obligaron a caminar un rato. Él pensó que lo iban a matar. Los agresores le dijeron que tenía cara de policía. Lo amarraron a un árbol y lo golpearon. Dos de los hombres lo violaron. El tercero solo atinó a decir que lo soltaran.

En ese momento hubiera preferido la muerte", aseguró José, de 50 años y padre de seis hijos.

Después de que quedó libre, José se vino para su casa de Plato. Los hombres armados le dijeron que no podía volver a la finca de donde había sido sacado. A escondidas lloró sin descanso y, al igual que Aldemar, en su mente solo había una palabra: venganza.

Con Verónica nunca se volvió a ver. Años después a José le contaron que ella había fallecido de un tumor en la cabeza.

Nunca la busqué, entre otras cosas, porque yo pensaba que por su culpa me había pasado eso (…) Si la pudiera ver hoy, le pediría perdón por lo que pensaba de ella", dijo José, con la voz entrecortada.

—¿Cómo empezó su recuperación?

—Cuando mis hijos empezaron a crecer. Entendí que por mis hijos no iba a matar a nadie ni a terminar preso. Yo no soy un bandido.

—¿Ha logrado desahogarse en la JEP?

—Claro, llevaba un tarugo aquí (señala su garganta). Lloré dando esa declaración.

—¿Ya perdonó?

—El perdón lo da Dios, pero el odio ya lo perdí.

—¿Su esposa sabe lo que le pasó?

—Sí, hace tres años, cuando estuve (en un encuentro de la Unidad de Investigación y Acusación) en Turbaco (Bolívar).

—¿Le cree a la paz para Colombia?

—Claro, le apuesto a la paz a pesar de todo.

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La antropóloga Pilar Rueda es asesora de la Dirección de la Unidad de Investigación y Acusación en temas de Género y de Víctimas. Ella encabezó la delegación que viajó desde Bogotá a Plato para reunirse con hombres heterosexuales y gais víctimas de violencia sexual.

Desde que en octubre de 2019 la Unidad de Investigación y Acusación organizó en Paipa, Boyacá, el primer encuentro con hombres víctimas de violencia sexual durante el conflicto, el tema de Plato se volvió recurrente, esto es, que en este puerto sobre el río Magdalena había un alto número de hombres que fueron abusados por actores del conflicto armado.

Yo realmente no tengo una explicación en términos estructurales– de qué pasó aquí (en Plato). Lo que sí es cierto es que Plato es el municipio donde los hombres (víctimas de violencia sexual) decidieron hablar", explicó Rueda en diálogo con el Grupo de Relacionamiento y Comunicaciones.

De acuerdo con la experta, lo anterior “es importante porque muestra que en este municipio hubo una violencia sexual muy fuerte contra los hombres, sin querer decir que contra las mujeres no haya habido (violencia sexual)".

De los hombres de Plato que han asistido a los talleres organizados por la Unidad de Investigación y Acusación, la mayoría han dicho que fueron víctimas de violencia sexual por parte de paramilitares.

Para Rueda, ese fenómeno explica que los paramilitares “usaron la violencia como un mecanismo de control fuerte, no solo para ganar la guerra, sino para mantener una prevalencia en términos territoriales, ejercida a punta de miedo y de terror".

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Aldemar es un nombre cambiado por petición de la víctima. José, en tanto, solicitó que su apellido no fuera publicado. El resto de sus tragedias son ciertas. ​