​​Lo que dijeron los testigos clave en el juicio contra el coronel Mejía Gutiérrez


Luego de más de cuatro meses de intensas audiencias que se celebraron en seis sesiones en Valledupar y Bogotá, la Unidad de Investigación de Acusación concluyó la fase de prueba testimonial y ahora espera la participación de las demás partes intervinientes en el juicio oral que la JEP adelanta en contra del coronel en retiro del Ejército Nacional Publio Hernán Mejía Gutiérrez.

A lo largo de las seis sesiones (cinco en Bogotá y una Valledupar), el equipo de fiscales de la Unidad de Investigación y Acusación —en cabeza de Samuel Serrano Galvis— presentó a 22 testigos clave, entre familiares de las personas asesinadas por uniformados corruptos del Batallón La Popa, militares confesos y paramilitares desmovilizados.

El lunes pasado, Serrano les hizo a los magistrados de la JEP Reinere Jaramillo, Raúl Sánchez y Gustavo Salazar una importante petición: que le permitieran a la Unidad de Investigación y Acusación desistir de 14 testigos toda vez que varios de ellos expresaron su temor por tener que asistir y declarar en un juicio tan complejo.

La solicitud le fue concedida a Serrano.

Mejía Gutiérrez fue acusado en julio de 2023 por la Unidad de Investigación y Acusación como presunto responsable de los delitos de homicidio en persona protegida, tortura y desaparición forzada.

A Mejía Gutiérrez se le responsabiliza de haber ideado y conducido un ilegal Aparato Organizado de Poder que, entre diciembre de 2001 y noviembre de 2003, segó las vidas de 72 personas que mentirosamente fueron presentadas a las autoridades y a la opinión pública como delincuentes muertos en combate.

****

El juicio contra Mejía Gutiérrez se inició el 18 de septiembre de 2024 en Valledupar. El hecho de que el juicio se hubiera instalado en la capital del Cesar no fue una coincidencia. Fue un homenaje a las decenas de víctimas de los militares corruptos del Batallón La Popa que sembraron el horror y la muerte entre los más pobres y desprotegidos del mencionado departamento.

De esa primera sesión se destacó el testimonio del teniente coronel (r) Heber Hernán Gómez Naranjo, quien era el segundo al mando en el Batallón La Popa después de Mejía Gutiérrez.

Según reveló Gómez Naranjo, uno de los primeros resultados operacionales del Batallón La Popa (durante la comandancia de Mejía Gutiérrez, 2002-2004) fue una farsa en la que resultó asesinado un civil.

Gómez Naranjo contó que Mejía Gutiérrez le dijo que había que reportar un combate, “pero —según confesó— combate no hubo". El testigo agregó que en algún momento le advirtió a Mejía Gutiérrez que enfrentamiento nunca había habido y que decir lo contrario era una gran mentira. 

No se preocupe" —le respondió Mejía Gutiérrez a Gómez Naranjo— “que (la víctima) era un bandido".

En muchas oportunidades, reconoció Gómez Naranjo, él y otros uniformados se pusieron de acuerdo para mentir en la Justicia Penal Militar sobre la realidad de muchas operaciones amañadas en las que fueron asesinados civiles.

Siempre había que decir que los resultados eran el producto de combates, indicó Gómez Naranjo, quien a renglón seguido le puso nombre propio al superior que les ordenaba mentir a sus subalternos: el coronel Hernán Mejía Gutiérrez.

En la sesión de septiembre pasado declaró igualmente el capitán en retiro Nelson Javier Llanos, quien reveló que en cierta oportunidad —luego de un inexistente operativo militar en el que murieron civiles— le comentó a Mejía Gutiérrez que él consideraba inconveniente inventar que había habido un enfrentamiento armado.

Hermano: eran bandidos y tenían que morirse, ¿listo?", le respondió Mejía, con tono autoritario, a su subordinado Llanos.

También rindió testimonio en Valledupar el suboficial Manuel Valentín Padilla, quien era experto en labores de inteligencia y trabajaba bajo órdenes de Mejía Gutiérrez.  

De acuerdo con Padilla, en varias oportunidades los paramilitares lo buscaron para decirle que le informara al coronel Mejía que le iban a dar positivos, es decir, que le iban a entregar personas muertas para que el Batallón La Popa los hiciera pasar falsamente como delincuentes muertos en combate. 

En  al menos dos oportunidades, Padilla puso al tanto a Mejía de los mensajes de los paramilitares, al mando de alias “39". “Me dijo que él ya estaba al tanto de eso, que estuviera pendiente", anotó.

En ambas oportunidades, según Padilla, llegaron los hombres del Batallón La Popa y simularon enfrentamientos con ilegales.

Cuando llegó la tropa al sector, empezó a haber disparos, como si fuera una operación, pero en ningún momento los soldados dieron muerte a esas personas (…) Se montó como un simulacro, una falsa operación. No hubo combate. Esas personas ya estaban muertas", reconoció Padilla.

En las dos veces, los hombres del Batallón La Popa recogieron ocho cadáveres de igual número de civiles que habían sido asesinados por paramilitares.

****

La segunda sesión del juicio se desarrolló en Bogotá el 17 y 18 de octubre de 2024 y en ella quedó al descubierto la empresa criminal en que terminó convertido el Batallón La Popa durante la comandancia del coronel Mejía Gutiérrez.

Los crímenes los perpetré “por el afán de acertar, por creer que estaba haciendo las cosas bien", confesó en esa oportunidad el exmilitar Carlos Andrés Lora Cabrales después de reconocer su responsabilidad en al menos una decena de homicidios de ciudadanos inermes e inocentes del Cesar.

En su extensa declaración, Lora Cabrales recordó que en 2003 el coronel Mejía Gutiérrez le ordenó desplazarse hacia el sector de El Mamón, donde debía encontrarse con otros integrantes del Batallón La Popa. 

Eran las seis de la mañana. 

Entonces un superior le dijo a Lora Cabrales que se adentrara por una trocha y que disparara contra una casa. Él obedeció y, tras hacer el registro, en la vivienda halló tres cadáveres que “estaban camuflados y con armamento".

Apenas regreso al batallón, Lora Cabrales fue felicitado por sus superiores. Él reconoció haber mentido en el informe que presentó sobre el inexistente operativo militar. 

La verdad es que combate nunca hubo", recalcó.

En otra oportunidad —según Lora Cabrales—, y en momentos en que se encontraba con el coronel Mejía y otros miembros del Batallón La Popa, hizo presencia el suboficial Manuel Valentín Padilla (alias “Hugo") con un guía que dijo tener información sobre la guerrilla del ELN. 

Lora Cabrales y sus hombres patrullaron toda la noche y no encontraron nada anormal. De pronto el guía señaló a un hombre apodado “Morocho" como integrante del ELN. 

Entonces, según Lora Cabrales, “yo di la orden al soldado Jiménez de que le disparara. Ahí asesinamos a esa persona. Yo fingí un combate. Yo dije en el batallón que era el resultado de un combate".

Luego, Lora Cabrales explicó que en julio de 2003 se adelantó la Operación Judas. A los militares les dijeron que se alistaran, que iba a haber un operativo importante. Padilla entonces le entregó a Lora Cabrales un guía. 

Salimos en un movimiento motorizado hacia la carretera que conduce a Atánquez. Llegamos a un sitio que se llama Pontón.


“Salimos por la margen derecha hacia el Guatapurí. Llegamos hacia las cinco de la mañana. Yo organizo mis destacamentos (…) Se escucharon unos disparos. Por radio reportaron una baja.


“(Posteriormente) el guía nos señala a alguien como integrante de las FARC. Le di la orden al soldado Monsalve de que le disparara. Los dos cuerpos los bajamos para Atánquez. 


“En el informe dijimos que había habido un combate, pero combate no hubo. En el batallón nos hicieron un agasajo", relató el testigo.

 

Otro hecho descrito por Lora Cabrales sucedió en el segundo semestre de 2003 en el sector de “Media Luna Los Encantos". 

El suboficial Padilla le entregó un guía en las instalaciones del Batallón La Popa. Entonces empezó el supuesto operativo. Era de noche. Al día siguiente, el guía dijo haber reconocido a dos personas integrantes de las FARC. Las víctimas descendieron de un carro y huyeron. 

Los capturo vivos y doy la orden de asesinarlos", confesó Lora Cabrales. 

En el Batallón La Popa, Lora Cabrales reportó que, en un combate contra la delincuencia, en un intercambio de disparos, resultaron muertas dos personas. 

Pero ese combate jamás existió.

En algún momento de la audiencia, el fiscal Serrano le preguntó a Lora Cabrales si fue incitado a cometer los hechos confesados por él. “Incitarme, al principio; después, yo tomaba las decisiones", respondió, sin rodeos.

Finalmente, Lora Cabrales fue claro en afirmar que su máximo superior, el coronel Mejía Gutiérrez, jamás cuestionó los procedimientos adelantados por él en el Batallón La Popa.

****

El 28 de octubre último se reanudó en Bogotá el juicio contra Mejía Gutiérrez. En esa sesión llamó la atención la intervención del teniente coronel en retiro Ángel Mauricio Suaza Lozada, quien se desahogó y le dijo a su otrora comandante lo que pensaba de él.

Mi coronel: Yo a usted lo tenía arriba, pero cuando trabajé con usted se me derrumbó todo", le dijo Suaza a Mejía Gutiérrez después de haber aceptado su responsabilidad en crímenes contra la población civil.

Durante su extensa declaración, Suaza Lozada reconoció su participación en dos hechos criminales perpetrados por integrantes del Batallón La Popa en tiempos de Mejía Gutiérrez.

Corría noviembre de 2003 y para ese momento Suaza Lozada era apenas un subteniente.

Con la voz entrecortada, Suaza Lozada empezó diciendo: “Hay una muerte (en el corregimiento de Media Luna, Cesar) que tampoco fue un combate".

Según dijo, el capitán Martín Martínez Aldana le ordenó colocarle un pasamontañas al detenido civil Ramón Enrique Cárdenas Soto “para que cuando pasemos por el pueblo no lo reconozcan".

De acuerdo con Suaza Lozada, para el momento en que sucedieron los hechos, “los soldados (bajo su mando) ya estaban imaginando cosas. Había una situación complicada por parte de integrantes del batallón (…) Ya era común que había 'falsos positivos' (o ejecuciones extrajudiciales) y que los soldados querían dar resultados porque les prometían días de permisos".

—¿Quién autorizaba esos permisos? —, le preguntó al testigo el fiscal Serrano.

—Mi coronel Mejía era el único que tenía potestad para dar los permisos—, respondió el declarante, sin titubear.

Al final, Martínez Aldana dio la orden de asesinar a la persona retenida, es decir, al ciudadano Ramón Enrique Cárdenas Soto.

Hermano: toca matar a este man porque es guerrillero", le dijo Martínez Aldana a Suaza Lozada, quien narró así los hechos:

Yo le dije: No, mi capitán, no cuente conmigo. Acaba de nacer mi hija. Yo no me voy a meter en esa situación. Ya he vivido algo similar y no lo voy a repetir (hacía referencia al asesinato del señor Atilio Joaquín Buyones).


Mi capitán, en pocas palabras, me dijo: Si quiere ir, toca cumplir esa orden. Yo le respondí: No mi capitán, yo no voy a hacer eso. Algunos (soldados) escucharon y dijeron: 'Venga, yo inicio el combate y usted hace lo que tiene que hacer'.

Y empezó para mí otra vez esa incertidumbre, esa vaina (…) Llamé a algunos soldados que estaban con el señor Enrique y les comenté: 'Esta es la orden'. El cabo Ramírez me dice: 'Mi teniente: yo no me voy a prestar para eso'.


Yo me fui con el cabo Guevara. Dos soldados se quedaron ahí. Mi capitán (Martínez), por el radio, (dijo): 'Inicien combate'. Y (en un simulacro) empiezan a disparar y ahí fue que mataron al señor Enrique (Cárdenas) Soto".

Aturdido aún por lo que había sucedido, el subteniente Suaza Lozada solo atinó a decirle a su superior, el capitán Martínez: “Yo no hago el informe de patrullaje (para justificar el combate). Haga lo que quiera".

Pocos días después, Suaza Lozada se vino en bus para Bogotá. Durante el viaje, seguramente, pensó mucho en don Enrique Cárdenas Soto y también en don Atilio Joaquín Buyones Solís, quien, en agosto de 2003, también había sido asesinado por hombres del Batallón La Popa.


Mi niña —continuó Suaza Lozada— ya llevaba como 10 o 12 días de nacida. Vi a mi hija y al otro día arranqué (…) expresamente a pedir la baja. Un mayor me atendió en el CAN (Centro Administrativo Nacional de Bogotá) y me preguntó por qué iba a pedir la baja. 'Porque hay cosas que no comparto de situaciones que están pasando', le dije. '¿Qué está pasando?', me preguntó. 'Cosas que no me gustan, mi comandante', fue lo que le dije".

****

En la cuarta sesión del juicio contra Mejía Gutiérrez (iniciada el 12 de noviembre) intervinieron, entre otros, varios paramilitares desmovilizados de la Costa Caribe colombiana.

Uno de ellos, John Jairo Hernández Sánchez, alias “Daniel Centella", aprovechó la oportunidad para recordarle su pasado al coronel Mejía Gutiérrez.

Mejía Gutiérrez “sabe que no estoy echando mentiras", dijo en la audiencia “Daniel Centella" para mantenerse en su versión sobre las reuniones que, según él, el coronel habría sostenido con jefes paramilitares como Rodrigo Tovar Pupo, alias “Jorge 40", y David Hernández Rojas, alias “39".

Uno de esos encuentros ilegales con “39" se habría producido en el corregimiento La Mesa de Valledupar. 

Alias “39' recibió amigablemente al coronel Mejía. Él iba en una camioneta vino tinto cuatro puertas", detalló Centella.

Según la versión del testigo, Mejía era conocido entre los paramilitares del Cesar como “Bombillo Rojo".


Durante su intervención, “Daniel Centella" no dudó en afirmar que conoció a “Hugo" (o Manuel Valentín Padilla) como “el de inteligencia de La Popa", o el enlace entre el mencionado batallón y los paramilitares.

En esa oportunidad declaró, asimismo, Leonardo Enrique Sánchez Barbosa, alias “el Paisa" u “80", exintegrante del frente Mártires del Cesar del Bloque Norte de las Autodefensas Unidas de Colombia.

“El Paisa" reveló varios hechos criminales en los que participó. En uno de ellos, dijo, resultó muerto el ciudadano Jesús Emilio Márquez. 

Según “el Paisa", los paramilitares robaron una mula cargada de whisky y Márquez, airado, fue a reclamarles por el hecho y a exigirles la devolución del licor. Alias “39" dio la orden de retenerlo y posteriormente de asesinarlo. 

Eso “fue a fines de 2002. Yo mismo lo ejecuté con mi fusil de dotación. Ese señor después apareció como baja del Ejército", precisó.

En otro crimen confesado por “el Paisa", las víctimas fueron cuatro jóvenes que habían sido denunciados ante la organización paramilitar por indisciplina, esto es, por ejemplo, por presunto consumo de estupefacientes. 


Los cuatro muchachos fueron retenidos y luego llevados a un inexistente operativo como miembros de las autodefensas. 

En el punto La Y de Patillal, recordó el testigo, “los muchachos se bajaron y apenas se bajaron los mataron. Llamé a Hugo (o Manuel Valentín Padilla) y le dije: 'Ahí están los muchachos ejecutados'. Como a los 10 minutos se sintieron ráfagas (para simular un enfrentamiento) y el Ejército los presentó (a los cuatro hombres) como bajas en combate".

Después de los paramilitares desmovilizados, la Unidad de investigación y Acusación presentó como testigo al suboficial (r) José de Jesús Rueda Quintero, quien entre 2002 y 2004 laboró en el Batallón La Popa.

El otrora uniformado recordó en su intervención la primera ejecución extrajudicial en la que participó en esa unidad militar de Valledupar. Todo ocurrió en el caserío La Bodega, cerca de San Diego y Codazzi, en el Cesar. 

Fue el primer 'falso positivo' en mi vida de militar", advirtió. 


La víctima fue un hermano de alias “Fabián", un guerrillero del ELN. Al final de un fuego cruzado con un grupo armado, el hombre apareció muerto. Pero, según Rueda, la víctima no perdió la vida como consecuencia del choque armado. 


Ni siquiera estaba cerca del sitio de los hechos", enfatizó.

Otro hecho narrado por el testigo Rueda dio cuenta del asesinato del ciudadano Evelio Vaca. Los hechos sucedieron en la finca La 20. 

De acuerdo con Rueda, después de un combate con la guerrilla, apareció el entonces capitán Guillermo Gutiérrez Riveros, quien le dijo: “Me tocó traerle las bajas porque usted no pudo". 

La baja a que se refería Gutiérrez era Evelio Vaca, un hombre al que el oficial ya traía muerto en una camioneta. Al final, Rueda fue obligado a redactar el informe oficial con la versión de que sus hombres lo habían abatido.


Rueda reconoció en su testimonio que, después de varios hechos criminales en los que participó, “yo ya estaba contaminado". Es más, recalcó que “el Batallón (La Popa) estaba muy corrompido (y) trabajaba con las autodefensas".


Prueba de ello es que un paramilitar apodado “JJ" le entregó al civil Wilfrido Santrich Quiroz con el señalamiento de que era un reconocido guerrillero. 

Santrich Quiroz fue asesinado luego por los hombres de Rueda. Pero, reconoció el testigo, “yo sabía que no era guerrillero. Era muy mayor y tenía hasta bigote".

Rueda Quintero denunció que el coronel Mejía Gutiérrez le entregó 300 mil pesos y lo felicitó días después del “falso positivo" en el que resultó asesinado el señor Santrich Quiroz. 


Según Rueda, fue la primera vez en su carrera militar que recibió dinero como premio por una acción ilegal.

****

El 3 de diciembre del año pasado se realizó la quinta sesión del juicio contra Mejía Gutiérrez. La audiencia, sin embargo, se suspendió luego de la declaración de una sola testigo. 

La Fiscalía de la JEP explicó que, por diferentes motivos, otros declarantes no pudieron hacerse presentes ese día en el juicio.

Entonces, finalmente, la Unidad de Investigación y Acusación presentó a sus últimos tres testigos en la sexta sesión del 27 de enero de 2025.

Uno de ellos, Naum Quintero, recordó con precisión los hechos que ocurrieron el 1 de febrero de 2003 en zona rural de San José de Oriente, Cesar. 

Ese día fue retenido por tropas del Ejército desde las ocho de la mañana hasta las tres de la tarde, aproximadamente. Él compartió la retención con el señor Rafael Serrano Martínez. 

Al final, los uniformados dejaron libre a Quintero, mas no a Serrano, quien fue asesinado. Quintero advirtió que habló muy poco con Serrano “porque había mucho miedo y angustia".​

El testigo número 22 de la Unidad de Investigación y Acusación fue el sargento primero (r) del Ejército Alexander Villamizar, quien reveló en la audiencia que en el Batallón La Popa, en los tiempos del coronel Mejía, la consigna era: “No capturados, no heridos, (y sí) muertos en combate".