Los crímenes los perpetré “por el afán de acertar, por creer que estaba haciendo las cosas bien", dijo exmilitar testigo en juicio contra Mejía Gutiérrez
Un testigo de la Unidad de Investigación y Acusación de la JEP dejó al descubierto el viernes la empresa criminal en que terminó convertido el Batallón La Popa de Valledupar en tiempos del coronel en retiro del Ejército Publio Hernán Mejía Gutiérrez.
Los crímenes los perpetré “por el afán de acertar, por creer que estaba haciendo las cosas bien", comentó el otrora militar Carlos Andrés Lora Cabrales después de confesar su responsabilidad en al menos una decena de homicidios de ciudadanos inermes e inocentes del departamento del Cesar.
La confesión de Lora Cabrales se conoció durante la segunda sesión del juicio oral que la Jurisdicción Especial para la Paz adelanta en contra de Mejía Gutiérrez como presunto responsable de los delitos de homicidio en persona protegida, tortura y desaparición forzada.
Mejía Gutiérrez fue acusado en julio del año pasado por la Unidad de Investigación y Acusación.
A Mejía Gutiérrez se le responsabiliza de haber ideado y conducido un ilegal Aparato Organizado de Poder que, entre diciembre de 2001 y noviembre de 2003, segó las vidas de 72 personas que mentirosamente fueron presentadas a las autoridades y a la opinión pública como delincuentes muertos en combates.
En su extensa declaración, Lora Cabrales recordó que en 2003 el coronel Mejía Gutiérrez le ordenó desplazarse hacia el sector de El Mamón, donde debía encontrarse con otros integrantes del Batallón La Popa.
Eran las seis de la mañana.
Entonces un superior le dijo a Lora Cabrales que se adentrara por una trocha y que disparara contra una casa. Él obedeció y, tras hacer el registro, en la vivienda halló tres cadáveres que “estaban camuflados y con armamento".
Apenas regreso al batallón, Lora Cabrales fue felicitado por sus superiores. Él reconoció haber mentido en el informe que presentó sobre el inexistente operativo militar. La verdad es que combate nunca hubo, recalcó.
En otra oportunidad —según Lora Cabrales—, y en momentos en que se encontraba con el coronel Mejía y otros miembros del Batallón La Popa, hizo presencia un suboficial de Inteligencia (Manuel Valentín Padilla o “Hugo") con un guía que dijo tener información sobre la guerrilla del ELN.
Lora Cabrales y sus hombres patrullaron toda la noche y no encontraron nada anormal. De pronto el guía señaló a un hombre apodado “Morocho" como integrante del ELN.
Entonces, según Lora Cabrales, “yo di la orden al soldado Jiménez de que le disparara. Ahí asesinamos a esa persona. Yo fingí un combate. Yo dije en el batallón que era el resultado de un combate".
Luego, Lora Cabrales explicó que en julio de 2003 se adelantó la Operación Judas. A los militares les dijeron que se alistaran, que iba a haber un operativo importante. El oficial de Inteligencia “Hugo" (Manuel Valentín Padilla) le entregó a Lora Cabrales un guía.
“Salimos en un movimiento motorizado hacia la carretera que conduce a Atánquez. Llegamos a un sitio que se llama Pontón.
“Salimos por la margen derecha hacia el Guatapurí. Llegamos hacia las cinco de la mañana. Yo organizo mis destacamentos (…) Se escucharon unos disparos. Por radio reportaron una baja.
“(Posteriormente) el guía nos señala a alguien como integrante de las FARC. Le di la orden al soldado Monsalve de que le disparara. Los dos cuerpos los bajamos para Atánquez.
“En el informe dijimos que había habido un combate, pero combate no hubo. En el batallón nos hicieron un agasajo", relató el testigo en medio de las miradas de asombro de los familiares de las víctimas presentes en la sede de la JEP de Chapinero, en el norte de Bogotá.
Otro hecho descrito por el testigo Lora Cabrales sucedió en el segundo semestre de 2003 en el sector de “Media Luna Los Encantos". El suboficial de Inteligencia Hugo le entregó un guía en las instalaciones del Batallón La Popa.
Entonces empezó el supuesto operativo. Era de noche. Al día siguiente, el guía dijo haber reconocido a dos personas integrantes de las FARC. Las víctimas descendieron de un carro y huyeron. “Los capturo vivos y doy la orden de asesinarlos", reconoció Lora Cabrales.
En el Batallón La Popa, Lora Cabrales reportó que, en un combate contra la delincuencia, en un intercambio de disparos, resultaron muertas dos personas.
Pero ese combate jamás existió.
También Lora Cabrales confesó que, en otra ocasión, por el sector del municipio cesarense de Codazzi, le fue presentado por sus subalternos un hombre que estaba herido. Él le dio la orden a un soldado de asesinarlo.
“Tengo la imagen de una persona herida, pero no recuerdo más", precisó.
En algún momento de la audiencia, el fiscal de la UIA le preguntó a Lora Cabrales si fue incitado a cometer los hechos confesados por él. “Incitarme, al principio; después, yo tomaba las decisiones", respondió, sin rodeos.
Finalmente, Lora Cabrales fue claro en afirmar que su máximo superior, el coronel Hernán Mejía Gutiérrez, jamás cuestionó los procedimientos adelantados por él en el Batallón La Popa.
La víspera, la Unidad de Investigación y Acusación presentó a otro testigo clave contra Mejía Gutiérrez. Se trató del suboficial Efraín Andrade Perea, quien en el Batallón La Popa era experto en labores de Inteligencia.
Andrade Perea precisó que en cierta oportunidad militares del Batallón La Popa hicieron un simulacro de combate y que dos cadáveres fueron recogidos por efectivos de esa unidad militar. Según dijo, iban con una misión específica: que una operación militar irreal pareciera una operación real.
En el transcurso del juicio, el fiscal Samuel Serrano le puso de presente a Andrade Perea un par de documentos en los que, en su momento, el testigo certificó la supuesta muerte en combate de delincuentes.
De inmediato, Andrade Perea aclaró en la audiencia: los documentos puestos de presente son ciertos, pero combates no hubo porque todo fue un simulacro.
Un hecho más relatado por Andrade Perea dio cuenta de que recibió una orden del comandante del batallón, coronel Hernán Mejía.
“Hubo unas bajas y vaya haga lo de ley", le dijo Mejía. “Me reúno con (el entonces suboficial) Manuel Valentín (Padilla). (En el lugar) estaban las personas asesinadas y procedo a llamar a la Fiscalía para el respectivo levantamiento de cadáveres. La orden (para ese montaje) me la da el comandante del batallón, mi coronel Mejía".
El modus operandi de las ejecuciones extrajudiciales en que participó, según Andrade Perea, se resume así: previa coordinación con el suboficial Manuel Valentín Padilla, los paramilitares dejaban abandonados los cadáveres en algún paraje cercano a Valledupar. Luego llegaban los hombres del Batallón La Popa y había un simulacro de operativo militar. Finalmente se hacía el levamiento de los cadáveres y estos eran llevados a la morgue.
La última pregunta al testigo Andrade Perea corrió por cuenta de la magistrada Reinere Jaramillo en los siguientes términos: “¿Usted me puede indicar quién definía (o) quién era el oficial de inteligencia en el Batallón La Popa?". La respuesta del testigo fue contundente: “Quien definía quién era el oficial o suboficial de inteligencia, el comandante de la unidad, mi coronel Hernán Mejía Gutiérrez".
“¡Tremendo!" fue el término que utilizó Ángela Rosa Beltrán —hermana de un hombre asesinado por efectivos del Batallón La Popa hace más de 20 años— para calificar la crudeza de las declaraciones entregadas el jueves y el viernes por los testigos del caso Mejía Gutiérrez.
“Me duele la manera como se expresan (los testigos), con esa frialdad con que lo hablan, y parece que no se dieran cuenta de que era un ser humano al que estaban asesinando, por una buena comida, por una felicitación o por una medalla", opinó Ángela Rosa Beltrán, hermana de Édgar Beltrán, asesinado el 15 de agosto de 2003 en Minas de Iracal, Cesar.
“Todavía estamos buscando su cadáver", advirtió.
El juicio contra Mejía Gutiérrez fue presidido por la magistrada de la JEP Reinere Jaramillo. A ella la acompañaron los también magistrados Gustavo Salazar y Raúl Sánchez.
El juicio contra Mejía Gutiérrez se reanudará el próximo 28 de octubre.