​‘Proceso de paz entre el Gobierno y las FARC fue chévere’: víctima de abuso sexual durante el conflicto ​

Hace ya 20 años que la bella Asly Salas y su familia llegaron como desplazados al municipio cundinamarqués de Soacha.

Los Salas Palma dejaron lo poco que tenían en un remoto poblado llamado Bebará, muy cerca de Quibdó, la capital del departamento de Chocó.

De allá los sacó corriendo la violencia desatada por la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia o FARC. 

“Yo llegué aquí (a Soacha) de dos años de nacida. Volví (a Bebará) hace 10 años y fue cuando pasaron los hechos", explicó Asly en reciente entrevista en Bogotá con la oficina de prensa de la Unidad de Investigación y Acusación de la JEP durante un encuentro con víctimas de violencia sexual con ocasión del conflicto armado.

En Soacha, los Salas Palma vivían con relativa normalidad. No sobraban las cosas, pero tampoco faltaban porque los padres trabajaban sin descanso: el papá como albañil y la mamá en casas de familia. 

“Mi infancia fue feliz, con la inocencia propia de los niños. Ni siquiera sabía por qué estábamos en Soacha y no en Chocó", comentó Asly, una morena de 22 años, de facciones finas, de voz delicada y bonita y con una sonrisa a flor de piel. 

“Los hechos" a los que se refiere Asly sucedieron a mediados de 2012 y están relacionados con dos palabras que a ella le producen pavor: violencia sexual. Ella no recuerda la fecha exacta, pero sí tiene claro que ocurrieron en junio o julio de ese año porque estaba en vacaciones.

A Bebará, Asly viajó con su tía Ana. El objetivo era visitar a su abuelo Antonio. A los tres días de su llegada a Bebará, Asly se quedó sola en su casa. Sin excepción, todos sus familiares se fueron a barequiar, esto es, lavar arena de un río en una batea o barequera para extraer oro. 

“A los niños no los llevan a barequiar por temor a un accidente. Por eso me dejaron sola en la casa", observó Asly, quien en adelante no paró de llorar mientras narraba su tragedia. 

“Hacia el mediodía –agregó– llegaron cuatro hombres negros. Estaban armados. Yo estaba haciendo oficio (o arreglando la casa). En esa época, en el campo (o en la zona rural) las puertas de las casas permanecían abiertas porque se supone que todo el mundo es familia. Los hombres tocaron y preguntaron por mi abuelo. Yo les dije que no estaba y de inmediato se metieron a la casa".  

Y pasó lo que pasó, según sus palabras. Los cuatro hombres participaron en la comisión del atroz crimen. 

–¿Cómo quedó ese momento en tu mente?, le preguntó la oficina de prensa de la Unidad de Investigación y Acusación a la afligida Asly. 

–Horrible, respondió. 

–¿Todavía piensas en eso? 

–A toda hora pienso en eso. 

–¿Cuánto tiempo duraron los tipos en la casa? 

–Como una hora. 

–¿Qué te decían los tipos? 

–No me decían nada. Pero yo lloraba y les decía que no me hicieran nada. 

De regreso a Soacha 

Cuando los cuatro hombres consumaron el delito –ella sostiene sin dudar que eran de las FARC–, Asly se quedó de nuevo sola y sin saber qué hacer. 

Apenas sus familiares regresaron de barequiar, la pequeña Asly le dijo a su abuelo que quería regresar a Soacha, que no quería estar más en Bebará. Y no dio explicaciones “porque me daba pena". Solo insistía en ver a su mamá.

Después de viajar una hora en chalupa por el río Atrato y de transportarse en bus por carretera durante más de 14 horas, por fin Asly pudo ver a su madre. Apenas la tuvo enfrente, como a las tres de la tarde, la abrazó y llorando le contó la pesadilla que había vivido en Bebará.  

Entonces la madre llevó a Asly a un centro médico. Allí le dijeron que tenía una infección vaginal. Ese día, Asly hizo una promesa con la intención de no quebrantarla nunca: en lo posible no volver a hablar del tema “porque me daba pena".

Ese año, el de la violación, Asly no estudió. Según dijo, lo sucedido en Bebará fue para ella una fatalidad inmensa, pero como no podía ni devolver ni detener el tiempo tuvo que seguir adelante con su vida.

En 2013 reanudó sus estudios. Actualmente cursa el décimo año de bachillerato. Su vida afectiva ha sido compleja. Solo ha tenido un novio de un amorío que duró dos meses, “pero no pude porque no me da (…) Yo pienso que todos (los hombres) son así", como los cuatro que le hicieron daño en Bebará.

Para tratar de sanar un poco las heridas del alma, Asly acude a veces a los consejos de una pastora cristiana. La religiosa le ha dicho que debe hablar con Dios y que le pida que borre de su mente esos pensamientos que lo agobian.

Pero Asly no ha podido porque, como lo comentó antes, en todo momento piensa en lo sucedido hace 10 años. “Eso lo tengo acá", dice, mientras lleva sus manos a la cabeza.

En la JEP y en la Red

Hace cuatro años, en la vida de Asly apareció una especie de ángel guardián. Se trata de Ángela María Escobar, la voz cantante de la Red de Mujeres Víctimas y Profesionales, una organización sin ánimo de lucro que agremia a varios centenares de mujeres que fueron víctimas de violencia sexual durante el conflicto armado.​

Apenas le tomó confianza, Asly le contó su historia a Ángela María Escobar. La activista no dudó en aconsejarle que fuera a la Fiscalía. “El año pasado me decidí y fui", enfatizó Asly. “Allá me trataron muy bien. Allá conté todo".

Hoy, Asly vive pegada de la Red de Mujeres Víctimas y Profesionales, entre otras cosas, porque “doña Ángela es un amor y también doña Pilar Rueda (asesora de Género de la Dirección de la Unidad de Investigación y Acusación). Cada que hay salidas me llevan (a hacer actividades). Es muy chévere".

–Y, finalmente, ¿qué piensas del proceso de paz que sellaron el Gobierno Nacional y las FARC?

–Chévere, porque por lo menos uno va a estar tranquilo porque hay alguien que va a decir “sí lo hicimos".

–¿Quisieras tener hijos?

–Sí, claro, pero a veces me da susto porque yo no quisiera que ellos pasaran por esto (lo que le sucedió a ella en Bebará).

–¿Cómo ves tu futuro?

–Es que doña Ángela (Escobar) está proponiendo unos talleres para ayudar a las mujeres víctimas (de violencia sexual). (Me veo) de pronto colocando un alquiler de lavadoras o con un chucito para vender algo.

–¿Qué le pedirías al próximo presidente de Colombia para las víctimas del conflicto armado?

–Que no cierre esto (en referencia a la Jurisdicción Especial para la Paz).​