​​Intervención de la magistrada Alexandra Sandoval, vicepresidenta de la JEP, en la entrega de 'Un Legado común para la Paz'​


Por: Alexandra Sandoval Mantilla

Desde la Jurisdicción Especial para la Paz queremos extender un saludo de bienvenida a todas las personas que nos acompañan el día de hoy. En especial al padre Francisco de Roux y a todos los integrantes de la Comisión de la Verdad que nos han convocado a este acto tan importante para todo el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición (SIVJRNR).  Un saludo también para los representantes de otras entidades del Estado y de la comunidad internacional que acompañan incondicionalmente este proceso de esclarecimiento de verdad. Saludo también a mis colegas de la UBDP, en cabeza de su directora, la Dra. Luz Marina Monzón, al Director de la UIA, Dr. Giovanny Álvarez Pinzón y al equipo que lo acompaña, al Director de la Unidad Especial para el Desmantelamiento de Organizaciones Criminales de la Fiscalía General de la Nación, Dr. Hernando Toro y, por supuesto, a mis colegas magistrados y magistradas de la Jurisdicción.

 

Hace 5 años, tras la firma del Acuerdo Final de Paz, nos parecía inconcebible que estuviésemos cerca de tener en el andamiaje institucional del Estado colombiano, un Sistema Integral para la construcción de Paz. Con no pocos desafíos y tropiezos en el camino, presenciamos la creación normativa e institucional de las entidades que conforman tal Sistema, siendo una de ellas la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición. Sin lugar a duda, a la Comisión se le entregó una de las misiones más difíciles y complejas que pudo pensarse para un periodo que siempre sería corto, pues no sólo debía dar cuenta de las causas explicativas del conflicto armado interno que, per se, ya era una tarea desafiante, sino que, además, se le encomendaron otros objetivos de igual envergadura: promover y contribuir al reconocimiento de los distintos hechos victimizantes en el marco del conflicto armado, así como sus variados impactos humanos y sociales. Como si fuera poco todo esto, también se le atribuyó la tarea de promover la convivencia en los territorios y sentar las bases para evitar que el horror que durante décadas hemos padecido, no volviera a repetirse.

 

La Jurisdicción Especial para la Paz trabajó de manera estrecha con la Comisión, y esta colaboración se tradujo en la remisión de informes, de pruebas y de los documentos que ella requirió para la mejor realización de su trabajo.  La JEP resaltó la obligación legal de los comparecientes de cooperar con la CEV como parte de su régimen de condicionalidad y, como el país lo pudo ver, muchos de los comparecientes asistieron ante esta entidad para aportar los elementos para la construcción de la verdad sobre las causas del conflicto y sobre los crímenes cometidos en el marco de este. 

 

Sin embargo, como es conocido, la información recibida por la CEV no puede ser usada como prueba por la jurisdicción para garantizar que quienes declararan ante la Comisión lo hicieran con toda confianza.  En caso de que quisieran que su testimonio se convirtiera en prueba debían declarar directamente ante la jurisdicción. Esto tiene sentido, en tanto las comisiones de la verdad buscan establecer las causas estructurales del conflicto y de los crímenes cometidos y, para ello, deben contar con la confianza de las personas que comparecen ante ella.

 

Pues bien, después de cuatro años nos encontramos reunidos en este auditorio de la Jurisdicción Especial para la Paz para ser testigos del cumplimiento riguroso de la apoteósica misión de la Comisión de la Verdad. En el día de hoy, la Comisión hace entrega de su legado a las demás instituciones que hacemos parte del Sistema Integral para la Paz, con el propósito de que seamos guardianes de ese trabajo realizado y nos convirtamos en activos divulgadores de la verdad construida. Un gran honor, pero también una inmensa responsabilidad que nos compromete a cuidarlo, apropiarlo y honrarlo en nuestro trabajo diario. También, nos anima a sostener los distintos procesos sociales activados de manera ejemplar por la Comisión e incorporar los aprendizajes derivados de entender que la paz se hace escuchando, recorriendo los caminos veredales, los ríos, las llanuras, las montañas y las profundidades de nuestro país; porque solo así podremos tener una idea real de la complejidad y la diversidad que nos constituye, y solo así podremos seguir tejiendo los lazos de la reconciliación, de la paz y de la justicia.

 

En tan poco tiempo, la Comisión recorrió todo el país, conquistó la confianza de los habitantes de aquellas regiones olvidadas desde siempre, escuchó miles de testimonios desgarradores y puso a la sociedad colombiana a confrontarse a sí misma ante el espejo de la verdad. Todo, con el fin de desempolvar ese pasado cubierto de sangre, reconocerlo, tramitarlo y poder así contemplar nuestro porvenir, sin olvidar aquello que como sociedad hoy nos avergüenza.  Quizá, este reconocimiento del mal que se anidó en Colombia por muy diversas razones sea lo único que nos permita pasar la página de dolor, de muerte, de guerra y transitar hacia un porvenir mucho más digno.

 

Como lo han dicho otras personas, el informe final de la Comisión no es el punto de llegada en esta transición. Por el contrario, es el punto de partida. No será nada fácil seguir poniendo sobre la mesa esas verdades incómodas que encontró la Comisión. Precisamente, en estos días hemos visto cómo se han suscitado diversas polémicas en torno a los hallazgos del informe y a su apropiación por parte de las generaciones más pequeñas. Sin embargo, no debemos ver esto como un aspecto negativo, sino, al contrario, como una oportunidad democrática que nos permite al fin conversar abiertamente sobre nuestro pasado. Con el paso del tiempo, seguramente, esas generaciones agradecerán a quienes conformaron la Comisión de la Verdad por ayudarles a entender quiénes son y qué los configura. En qué consistieron las equivocaciones de las generaciones presentes y pasadas.  Pero, también, tendrán en el legado de la Comisión un ejemplo inigualable de honrar la verdad por más cruda y dolorosa que sea. Un ejemplo de cómo se intenta recomponer una sociedad fragmentada que anhela superar décadas de silencio y de horror.

 

A partir de hoy quedamos con el enorme desafío de continuar armando ese rompecabezas que significa sesenta años de conflicto armado. Después de reconstruir ese pasado, tenemos la decisión, en el presente, de saber qué hacer y cómo hacerlo. La verdad también reclama justicia y por ello existe la Jurisdicción Especial para la Paz: para brindar justicia a tantas víctimas que por años han esperado ser escuchadas por un tribunal y que los responsables de los daños sufridos comparezcan para rendir cuentas de lo ocurrido.

 

En el día de hoy la Comisión nos entrega su legado y nos convierte en garantes de este. No se trata simplemente de adoptar medidas judiciales de protección de los archivos de la jurisdicción, sino también de garantizar que la JEP continue investigando para establecer la verdad completa del conflicto, no solo de tipo estructural, sino aquella que tiene que ver con desvelar los patrones de macro criminalidad y hacer visibles el daño causado a las personas más vulnerables de la sociedad colombiana. 

 

Nuestro compromiso con los comisionados, las comisionadas y con el padre Francisco de Roux es el de continuar haciendo nuestro trabajo para dar cumplimiento a las obligaciones del Estado de luchar contra la impunidad y de sancionar a los máximos responsables de los crímenes internacionales cometidos en el marco del conflicto armado.  Sólo de esta manera podremos saber de manera plena qué fue lo que pasó y quiénes son las personas que deben reparar a las víctimas. En últimas, se trata de un compromiso por alcanzar una paz que por mucho tiempo nos ha sido esquiva.

 

De forma particular, en la mesa de articulación para el legado se acordaron 6 líneas de compromisos principales entre la CEV y la JEP:

 

1.    RUTA TERRITORIAL - Su objetivo principal fue identificar los procesos de la CEV en territorio que pueden fortalecer las acciones que viene adelantando el Sistema. La JEP espera dar continuidad a los procesos y aprendizajes de la CEV, y al desarrollo de escenarios de construcción de paz, reconciliación y no repetición, dentro de las competencias y mandato propio de la JEP, especialmente frente a:

 

a.    La continuidad de los procesos de reconocimiento.

b.    La continuidad de iniciativas de convivencia y No Repetición.

c.     Consolidación del trabajo en red con aliados.

d.    Preparación, pedagogía y apropiación del Legado en lo territorial.

e.    Seguimiento a compromisos generales adquiridos anteriormente con las entidades.

 

2.    CONTINUIDAD DE PROCESOS PEDAGÓGICOS DE LA CEV.

La CEV presentó a la JEP los siguientes procesos pedagógicos, en los que seguiremos trabajando:

1.    Generación V+ jóvenes por la verdad:

2.    Que la verdad sea dicha:

 

3.    COMUNICACIONES

Se adoptó una estrategia conjunta de comunicaciones para la preparación, entrega, difusión y sostenibilidad del legado de la Comisión, en las siguientes tres fases: 1) Preparación del Legado, ii) Acontecimiento y iii) Difusión y sostenimiento.

 

El Legado de la Comisión de la Verdad es muy importante para dar continuidad al trabajo de comunicaciones que se ha venido realizando conjuntamente con las entidades del Sistema Integral para la Paz. El trabajo realizado por la CEV será una herramienta pedagógica muy útil y permitirá tomar nota de las lecciones y aprendizajes para avanzar de cara a nuevos desafíos, como la divulgación territorial de los nuevos macrocasos, la comunicación de los diferentes procesos restaurativos y de las primeras sanciones que impondrá la JEP.

 

4.    RECEPCIÓN SOBRE METODOLOGÍAS Y BUENAS PRÁCTICAS SOBRE ENFOQUES DIFERENCIALES (ÉTNICO, DE GÉNERO, CURSO DE VIDA, PERSONAS CON DISCAPACIDAD Y PSICOSOCIAL).

 

La CEV ha transferido documentos y herramientas sobre metodologías y buenas prácticas, de los cuales se destacan los enlistados. Así que el compromiso general es incorporar capacidades y lecciones aprendidas consolidadas por la Comisión durante su mandato, especialmente los relacionado con la construcción de paz territorial, los enfoques diferenciales, el trabajo con pueblos étnicos y raizales y las metodologías de investigación y participación directa.   

 

5.    RECEPCIÓN DEL ARCHIVO DE LA CEV

a.    Archivo de la CEV

·      Al término del mandato de la CEV, a ésta le corresponde adoptar medidas para el archivo de la información recolectada y tomar las medidas necesarias para asegurar su preservación, para lo cual define la entidad que será depositaria de la misma, numeral 9 del artículo 13 del Decreto Ley 588 de 2017.

 

·      Para garantizar el recibo y custodia de dicha documentación, se implementará un modelo híbrido de administración del archivo, en el que: la titularidad del archivo de la Comisión será de la Jurisdicción Especial para la Paz, honrando las prerrogativas constitucionales de la integralidad del Sistema, y la custodia, administración y garantía de acceso de la información será del Archivo Distrital de Bogotá, institución reconocida e idónea para esta gran labor. Ambas entidades dando cumplimiento a las disposiciones de la Ley General de Archivo.

 

6.    RECURSOS Y PRESUPUESTO PARA EL FUNCIONAMIENTO DEL COMITÉ DE SEGUIMIENTO Y MONITOREO

 

Finalmente, como institución hermana de la CEV, nos embarga una profunda gratitud hacia tantas manos y voces que estuvieron detrás del gran trabajo realizado. Al padre Francisco de Roux un especial reconocimiento por su fortaleza, su valentía, por su entrega decidida a construir esa paz grande. Padre, usted ha sido para el Sistema y para el país un símbolo de coraje y de trabajo incansable por hacer de esta una mejor sociedad. Su trabajo, así como el Leiner, Alejandra, Alejandro, Patricia, y demás comisionados y el de todas las personas que integran la comisión, hablan por sí sólo. De nuestra parte, solo nos queda expresarles nuestra sentida gratitud y nuestro decidido compromiso por continuar honrando el legado que hoy nos entregan para que nunca más los pájaros dejen de cantar.

 

¡Muchas gracias!