Inicio de sesión

​​​​

Extractos de la intervención de la magistrada Patricia Linares Prieto, presidente de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), en el acto de conmemoración del primer año de la firma del Acuerdo de Paz 

Bogotá, 24 de noviembre de 2017.

Este proceso, que desde hace un año presumimos y sabemos difícil, ha estado lleno de obstáculos y sinsabores, pues se construyó desde la desconfianza que surge del dolor, de la tristeza, de la injusticia, que emana de la guerra.

Han pasado 12 meses, en que hemos comprobado esa complejidad, pero también la validez del debate, de la controversia, de la polémica en un contexto democrático que nos brinda las herramientas para superar las diferencias que parecen insalvables.

Poco a poco se ha ido poniendo en marcha el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y Garantías de No Repetición (SIVJRNR). Poco a poco todos hemos sentido que avanzamos, al tiempo que damos paso a otros y nuevos paradigmas que encuentran espacio en la paz.

Hoy, no sin dificultad, los componentes del SIVJRNR están avanzando en su proceso de implementación. En lo que hace a la JEP todos los días damos un paso más, con el respaldo de las víctimas y la sociedad, y el apoyo respetuoso de las partes negociadoras.

Este es un modelo de justicia inédito en el mundo, respecto del cual entendemos que algunos sienten desconfianza. Por eso quiero expresar de manera inequívoca que la JEP se concibió, es y será una jurisdicción de paz y para la paz, cuyo derrotero siempre estará orientado a administrar justicia restaurativa, esa que recompone y reconstruye, oportuna y sometida a la Constitución y la ley; a aportar a la construcción de esa verdad que reclaman las víctimas para su dignificación y la sociedad para la no repetición, a respetar las garantías de todos y cada uno de los que acudan a ella, cualquiera sea su condición. Debemos darle la oportunidad a este modelo de justicia, a los niños que tienen el derecho a un futuro en paz, a los jóvenes que todos los días nos dan lecciones sobre como sí se puede vivir armónicamente y en paz, a los mayores que tienen por primera vez la oportunidad de vivir por fuera de la guerra; a la JEP de cumplir con su tarea, cuya vocación final es la reconciliación. 

No somos un tribunal de venganza, ni de retaliación, no nos corresponde juzgar ideologías. Sus integrantes, todos, sus magistradas y magistrados tenemos plena disposición de aportar, por convicción democrática, nuestro conocimiento y nuestra experiencia a la paz. Para nuestros nombres, trayectorias profesionales y proyectos de vida, pido el debido respeto. Que no sea desde la intolerancia que prematuramente se nos evalúe. Será nuestro trabajo, nuestra dedicación y nuestras decisiones, sometidas a la Constitución y la ley, las que sirvan para evaluar el cumplimiento de nuestra labor.

Apenas iniciamos este proceso, cuyo principal desafío es aprender a vivir en paz. Tenemos esa oportunidad y éticamente debemos aprovecharla.