COMUNICADO 98
Tras 21 años de búsqueda, Blanca Molina pudo despedir a su hijo, y las extintas Farc-EP reconocieron su secuestro y asesinato
- Johnn Charli Ortiz Molina fue secuestrado, asesinado y desaparecido por antiguos integrantes del Comando Conjunto Central de esa guerrilla en 2003.
- El trabajo conjunto entre La JEP, la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD), la Fiscalía General de la Nación y el Instituto de Medicina Legal permitió la recuperación y entrega digna del cuerpo a sus familiares, quienes lo despidieron bajo sus creencias y rituales en Ibagué.
Ibagué, Tolima, 19 de julio de 2024. Blanca Lilia Molina se acercó con un vaso de agua al cofre donde están los restos de su hijo Johnn Charli Ortiz Molina. Lo puso como una ofrenda. "Se lo dejo para que tome, porque a mi hijo lo mataron con sed y con hambre", dijo después de que la JEP y la UBPD le entregaron el cuerpo de su ser querido.

Tras 21 años de búsqueda, Blanca Molina, una vendedora ambulante que trabaja en Ibagué, finalmente pudo velar y enterrar a su hijo menor, secuestrado, asesinado y desaparecido por las extintas Farc-EP en 2003. “No sé por qué no he llorado. De pronto lloré dormida. Es que fue mucho tiempo sufrimiento", dijo la mujer de 67 años. “El vacío queda, pero ahora estoy más tranquila, ya lo tengo al pie mío".
La entrega digna del cuerpo de Johnn Charli se hizo el 11 y 12 de julio, de manera conjunta entre la JEP, la UBPD, la Fiscalía General de la Nación y el Instituto Nacional de Medicina Legal. Fue posible luego de que recuperaron su cuerpo en la segunda intervención en el Cementerio San Bonifacio de Ibagué, en febrero de 2024, y luego de que se comprobó su identidad.
En el acto de entrega, Blanca Molina pudo hacer preguntas al equipo forense para estar segura de que sí eran los restos de su hijo. “¿Cómo sabe que son los huesos de un hombre? ¿Cómo hizo para calcular que tenía 23 años? ¿Encontró los tres disparos? ¿Calzaba 42?", fueron algunas de las dudas que pudo resolver en el encuentro privado que sostuvo con los representantes de las instituciones.
“Sabemos que son los huesos de un hombre porque las caderas son más estrechas que las de las mujeres". “La edad la calculamos con un proceso arqueológico y pudimos ver que era un hombre joven, de unos 20 años (...) Se nota que su hijo hacía ejercicio porque los músculos dejan unos poros en los huesos", le respondió una médica a doña Blanca. También le confirmó que sí encontraron los impactos de bala, y que el cuerpo que le entregaban calzaba 42.

Doña Blanca asintió con la cabeza con cada respuesta. “Sí, son los huesos que tuve dentro de mí", dijo al final de la explicación.
Ese día la acompañaron su hijo, Rommel Alexander Ortiz, de 47 años, y su esposo, José Rommel Ortiz, de 68. “Mi hijo siempre se preocupaba por mí. Si yo estaba enferma, y así no tuviéramos un peso para comprar medicinas, él me las conseguía", recordó doña Blanca en el velorio en el que despidieron a Johnn Charli con vallenatos, baladas y rancheras.
Las extintas Farc-EP reconocieron el secuestro y asesinato de Johnn Charli
El 6 de agosto de 2021, Blanca Molina se acreditó como víctima en el Caso 01 de la JEP que investiga secuestros y otros delitos cometidos en cautiverio. Como parte de sus derechos, tuvo acceso a acompañamiento psicosocial y asesoría jurídica gratuita para garantizar su participación en el proceso judicial.
El pasado 26 de abril, la JEP realizó la Audiencia Regional de Reconocimiento de Verdad del Comando Conjunto Central de las extintas Farc-EP. Allí, Álvaro Henner, antiguo jefe político de esa estructura y compareciente ante la Jurisdicción le reconoció a doña Blanca el asesinato de Johnn Charli. “Tenían que haber sido las Farc las que asesinaron a su hijo porque esa zona, en esa época, no la compartíamos con nadie". Esta antigua unidad guerrillera operó en Tolima, Quindío y norte del Huila.
Aunque Henner aseguró que no conoció a Johnn Charli y que no dio la orden de asesinarlo, asumió la responsabilidad por no haber evitado que eso sucediera. También se comprometió a buscar más información sobre el crimen con los pocos hombres que quedaron vivos de esa estructura.
El secuestro de Johnn Charli Ortiz Molina ocurrió en medio de la política de secuestro de la extinta guerrilla para controlar los territorios. El joven de 23 años solía cargar en el cuello las placas que le dieron en el Ejército cuando prestó el servicio militar. Por eso, su familia sospecha que pudo ser visto por la antigua guerrilla como colaborador de la fuerza pública.
Después de prestar servicio militar, el 2 de julio de 2003, Johnn Charli buscó trabajo como recolector de café en San Juan de la China, una zona rural de Ibagué. Esa fue la última vez que su familia supo de él.
Desde entonces, Blanca Molina gastó lo que conseguía vendiendo toallas, bayetillas, medias y chicles en las calles de Ibagué para buscar a su hijo. Solo le confirmaron su muerte hasta 2011, cuando le permitieron revisar los archivos de Medicina Legal y pudo reconocerlo. “En la necropsia apareció que a mi hijo lo mataron sin un grano de arroz en el estómago", recordó doña Blanca.
La búsqueda no paró ahí porque su hijo fue enterrado en el cementerio San Bonifacio de Ibagué sin ningún nombre junto a otros N.N. Y para poder intervenir ese cementerio era necesaria una orden judicial que solo llegó en 2022.
“Si yo hubiera sido rica a mi hijo lo hubieran encontrado antes", dijo doña Blanca. El despacho de la magistrada Julieta Lemaitre de la JEP le reconoció en el acto de entrega que tenía razón. “Es cierto, doña Blanca, quizá si usted hubiera tenido el capital social y económico para buscar a su hijo en una sociedad desigual como la nuestra, su hijo hubiera aparecido antes. Pero usted rompió todos esos muros con su amor y su búsqueda incansable".
Por lo que significó para ella el proceso de búsqueda, doña Blanca pidió intervenir el cementerio San Bonifacio “para que otras familias puedan encontrar a sus hijos, como yo. Hay 200 N.N.", dijo durante la entrega digna.
Claudia Beltrán, investigadora del Plan Regional Cordillera Central de la UBPD, dijo que los 21 años de experiencia de la familia "se convierten en una oportunidad para recibir otras solicitudes de búsquedas de personas dadas por desaparecidas que pueden encontrarse asociadas al Cementerio San Bonifacio". Agregó que esperan seguir buscando, interviniendo, y apostando por hacer más procesos de entregas dignas que permitan aliviar el sufrimiento de quienes buscan, y cuyos familiares se pueden encontrar en este lugar.
"Que sigan pensando en que otras familias pueden tener a sus seres queridos desaparecidos en este cementerio es un gesto de nobleza y humildad que nos conmueve", dijo el despacho del Caso 01 de la JEP que lidera la magistrada Julieta Lemaitre. "La solicitud de las medidas cautelares sobre este cementerio está en estudio, estamos construyendo una decisión judicial".
¿Qué viene para Blanca y su familia?
Blanca Molina y su esposo José Rommel Ortiz esperan una reparación. A los comparecientes de las Farc-EP ante la JEP les piden realicen obras de vivienda para que ellos puedan tener una digna. “A mi hijo no me lo van a devolver, lo que pido es que nos reparen", dijo.
Su hijo Rommel Alexander también pidió que se desarrollen proyectos productivos en los que ellos participen y puedan tener un sustento. “Pueden ser galpones con pollos, pueden ser cultivos (...) Mis papás todavía trabajan como vendedores ambulantes, queremos algo para que esto no tenga que ser así".
Poco antes de que el sepulturero del cementerio San Bonifacio cubriera con cemento el osario donde reposarán por siempre los restos de Johnn Charli, doña Blanca leyó una carta: “Nunca imaginé una vida sin poder abrazarte (...) pero prometo llorarte poquito para que puedas descansar en paz".