​​​“Es tan grande la voluntad de mi Dios que yo ya no siento odio", dice mujer que fue abusada sexualmente en tres oportunidades​

Fanny Escobar Hernández ha sido víctima de violencia sexual en tres oportunidades y de todas, a punta de tenacidad, ha resurgido como el Ave Fénix.

Esta es su hazaña:

Nació hace 61 años en el seno de una familia campesina de 18 hijos del corregimiento guajiro de Paraguachón.

Su infancia y adolescencia, sin embargo, trascurrieron en el puerto caribeño de Arboletes, en el departamento de Antioquia.

Ella, junto con su familia, vivía en la vereda El Coco, ubicada por carretera a una media hora de Arboletes. Casi todos los hijos les ayudaban a sus padres en las labores del campo, esto es, cuidar el ganado y cultivar plátano y frutas.

Pero cuando tenía siete años, recordó Fanny Escobar, “iba subiendo la quebrada, montada en un burro, y venía con el agua que mi papá me cargaba del río para llevar a la casa.

Recuerdo a un hombre negro que me sale delante del burro y me agarra y empieza a tocarme por todas partes, a manosearme. Cuando vi que me estaba haciendo daño grité (para que su padre que estaba cerca escuchara) y el hombre se metió en el monte. Nunca dije nada".

Esos recuerdos trágicos, con más de medio siglo de por medio, volvieron a la memoria de Fanny Escobar gracias a las terapias que ha recibido de profesionales de la salud y a los talleres a los que ha asistido organizados por la Unidad de Investigación y Acusación de la JEP y la Red de Mujeres Víctimas y Profesionales.

Hacia mediados de los años 80 –según el testimonio que Fanny Escobar le entregó hace poco al Grupo de Relacionamiento y Comunicaciones de la Unidad de Investigación y Acusación– ocurrió el malhadado segundo episodio de violencia sexual.

Tenía entonces 25 años.

Unos hombres armados –evocó Fanny Escobar– venían bajando como de Córdoba y pasaron por Arboletes (…) Al parecer eran guerrilleros. Entonces ahí me tomaron también. Fueron tres (los violadores). Yo estaba buscando una leña para la cocina de la casa. Con las otras chicas nos fuimos separando. De pronto los hombres salieron. Recuerdo que estaban con botas.

Me taparon la boca, me taparon la cara. Me echaron hacia adentro, hacia el monte. Ahí abusaron de mí. Primero uno, después el otro y después el otro. Uno de ellos tenía rifle.

Después de que me soltaron me fui para la casa. No le dije nada a nadie. Ni siquiera a mi mamá. Solo recuerdo que me metí al mar y me bañé con arena, porque yo quería como quitarme el sucio. Después de eso, cuando voy al mar, me bañó con arena, pero no me meto al agua. Quedé como con una psicosis".

Por esa misma época –mediados de los años 80–, Fanny Escobar fue violada por tercera vez. Sin duda fue el peor de todos los episodios. Abusaron sexualmente de ella ocho paramilitares. También la empalaron.

Días antes, Fanny Escobar había sacado a su hermana menor del sector donde vivían por temor a que los paramilitares llegaran a su casa y se la llevaran. “Ellos llegaban a llevarse las mujeres bonitas, a las mujeres que había en la casa y que eran señoritas", indicó.

Ese horror sucedió en la vereda Las Pavitas.

De acuerdo con Fanny Escobar, “cuando ellos supieron que mi hermana no estaba, fueron a cobrarme a mí. Ellos pidieron agua y cerraron las puertas de la casa, una a una. ¿Para dónde corría yo? Yo creí que solo eran los tres hombres que me pidieron agua. Yo no sabía que en la puerta de atrás había más hombres y que la casa estaba rodeada.

Uno de los hombres me tiró contra la cama. Me dio cachetadas y los golpes que quiso. Me dijo (con ironía) que por verraca, que por haberme atrevido a sacar a mi hermana, que por valiente. Después siguieron los otros (violadores). El último ya no me abusó".

Finalmente, los criminales la empalaron, pese a que ella les insistió hasta el cansancio que estaba en embarazo.

Me mataron a mi hijo en el vientre", dijo.​

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Los hechos sucedidos en Las Pavitas partieron en dos la vida de Fanny Escobar. Con su familia anduvo de aquí para allá por toda la región del Urabá.

En 1997 los paramilitares mataron a su esposo. Dos meses después un hijo de crianza corrió la misma suerte. Y en 1999 otro de sus hijos, de 17 años, también fue asesinado.

El tiempo pasó y Fanny Escobar conoció a la Red de Mujeres Víctimas y Profesionales, una organización sin ánimo de lucro que actualmente reúne a unas 800 mujeres víctimas de violencia sexual con ocasión del conflicto armado.

La Red es el apoyo más grande que he tenido como mujer, como persona y como lideresa", agregó. “Gracias a la Red he podido ayudar a otras víctimas", añadió Fanny Escobar, quien con los años, después de terminar el bachillerado, se hizo trabajadora social.

Entonces el liderazgo de Fanny Escobar empezó a hacerse notorio y hace más de una década fundó una organización no gubernamental llamada Asociación Mujeres del Plantón Reconstruyendo Vidas, que tiene presencia en todos los municipios del Urabá y en siete departamentos del país.

La ONG cuenta hoy con más de 2.000 afiliadas y su lema es arrollador: “Somos la voz de las que no se atreven a hablar".

Como reparación, por tanto daño a lo largo de la guerra, las víctimas de la asociación no es que pidan mucho, según las palabras de esta mujer afro que habla con una suavidad que fascina.

Básicamente piden que se haga realidad la construcción en Villavicencio de un centro especializado para atender a las víctimas de violencia sexual de todo el país, un proyecto que, desde sus inicios, ha sido impulsado por la Unidad de Investigación y Acusación. Adicionalmente, que se edifique en el Urabá Antioqueño una casa de paso para las mujeres víctimas del conflicto armado y de violencia sexual.

Esa es la reparación integral que pedimos las mujeres de Urabá para sentirnos reparadas", enfatizó Fanny Escobar.

–¿Qué siente por esos hombres que le hicieron tanto daño en el pasado?

–Es tan grande la voluntad de mi Dios con todo este proceso que hemos llevado que yo ya no siento odio.

–Nos contaron que tiene cáncer. ¿Cómo es eso? ¿A quién va a derrotar ahora?

–(Risas) Yo ya gané. A mí me dieron seis meses de vida y eso hace 10 años. Todo eso es gracias a Dios y a la ayuda que nos damos mutuamente la una a la otra. Todo eso nos ha ayudado a seguir volando.

–¿Y la paz?

–Esa es nuestra lucha. Seguimos adelante por la paz de Colombia.