​​37 víctimas de violencia sexual afinaron su pluma para hacer “Desamadas"

Toda la idea es de la Maestra Doris Salcedo, la artista bogotana que es reconocida en todos los rincones del mundo y quien se ha convertido en una colaboradora y defensora incansable de las víctimas del conflicto armado colombiano.

La Maestra Salcedo tiene previsto que el 14 y 15 de junio próximos, en Fragmentos, Espacio de Arte y Memoria, en pleno centro de Bogotá, 52 víctimas de violencia sexual durante el conflicto armado compartan “de su puño y letra sus propias historias".

El imponente acto se llamará “Desamadas", de las que escribió el poeta peruano César Vallejo.

De acuerdo con Fragmentos, Desamadas será “un acto ceremonial donde, con generosidad y valentía, ellos y ellas dejarán escrito en piedra la crueldad de la guerra… para reparar y dignificar".

Las 52 víctimas narrarán en primera persona el abuso al que fueron sometidas y será –según Fragmentos– “una forma de resistencia, ante el olvido al que han sido relegadas".

El viernes y sábado pasados (2 y 3 de junio), 37 mujeres y hombres víctimas de violencia sexual se reunieron en un hotel del centro-occidente de la capital colombiana para afinar su pluma y ensayar lo que será su participación en Desamadas.

El Grupo de Relacionamiento y Comunicaciones de la Unidad de Investigación y Acusación de la JEP acompañó en su esfuerzo a esas 37 víctimas, en dos jornadas en las que sobraron las risas, pero no faltaron las lágrimas.

Este es un abrebocas de lo que será Desamadas, o la obra de Fragmentos en alianza con la Unidad de Investigación y Acusación, la Red de Mujeres Víctimas y Profesionales y la Dirección de Patrimonio Cultural de la Universidad Nacional de Colombia.

“Pensé que ser niña iba a ser la mejor de las experiencias, pero te conocí a ti, oscuridad"

Asny Salas, víctima de violencia sexual por parte de la guerrilla de las FARC. Eso sucedió en el departamento de Chocó. Tenía entonces 12 años. Vive en Bogotá con su mamá y tres hermanas. Tiene 23 años. Dice que su objetivo es “disfrutar de lo poquito que le quedó a uno". Ella le ha pedido a la JEP que abra un macro caso para investigar los delitos sexuales perpetrados durante el conflicto.

“Por la dureza del destino no conté nada, callé por mucho tiempo por miedo"

Rosa Montoya vive en Villavicencio y fue víctima de violencia sexual por parte de paramilitares durante la matanza de Puerto Alvira, Meta, en 1998. Tiene 70 años, pero advierte que se siente de 20. Dice que está lista para vivir por lo menos 30 años más.

“Yo soy (…) una mujer con alma de niña y el corazón ensamblado y perdido en el tiempo a causa del dolor que desgarró mis entrañas"

Sonia López, de El Cocuy, Boyacá. Fue víctima de violencia sexual por la parte del ELN en 2000. Vive en Bogotá. Tiene 36 años. “Hoy soy una mujer que trabaja todos los días de cuatro de la mañana a seis de la tarde, con dos hijos hermosos. Esa soy yo, echada p'alante, como siempre", dice.

“Aquella noche oscura perdí para siempre mi felicidad"

Judith Ospina, del municipio antioqueño de Barbosa, fue víctima de violencia sexual por parte de paramilitares el 28 de marzo de 1999. Ese mismo día, los ilegales de extrema derecha asesinaron a su esposo y, tras torturarla, la obligaron a desplazarse. Ella dice que en parte se ha recuperado por los talleres que organiza la Red de Mujeres Víctimas y Profesionales. Todos los 28 de marzo, comenta, “le llega a uno ese dolor en el alma".

“Frustrada y sin amor, en mi edad de marchitar la primavera, pretender u omitir mi tristeza es cual jarrón quebrado y tratado de curar"

Celmira Moore, a quien sus amigos le dicen 'Linda Moore, fue víctima de violencia sexual en el Huila por parte de las otrora FARC, en 2001. “Todo esto le ayuda a uno a renacer de las cenizas, como el Ave Fénix", dice. En su concepto, “lo triste hay que volverlo algo mejor".

“Cuando se habla de crueldad no hay amor. Los dos ataques de violencia sexual me llevaron al desamor y dejaron mi corazón palpitando a mil"

Ómar Aguilar, natural del Urabá Antioqueño, fue víctima de violencia sexual en dos oportunidades. La primera, en 1992, por parte de las ex FARC. La segunda, en 2022, tuvo como victimarios a paramilitares. Él representa con orgullo los derechos de la comunidad LGTBIQ+. La violencia lo obligó a dejar su tierra. Ahora vive en Bogotá.

“La luna y las estrellas han sido testigos de aquella oscuridad"

Johana Pantoja, de Puerto Leguízamo, Putumayo. Tiene 33 años y vive en Ciudad Bolívar, en Bogotá. Fue víctima de la guerrilla. Ella recuerda que la oscuridad ha sido testigo de muchas cosas en su vida, como cuando un familiar suyo se suicidó. “En la vida hay momentos oscuros, pero también Dios le da luz a la vida de uno", dice.

“Que el tiempo sea testigo de tu resurgir"

Julieth Natalia Triana es oriunda de Ciudad Bolívar, en Bogotá. Tiene 26 años. Cuando tenía 15 fue abusada sexualmente por alguien que decía ser su amigo. Producto de la violación quedó en embarazo. “No quise ese bebé, lo tuve, pero no lo quise. Hoy en día la amo, gracias a Dios", dice. Y una cosa importante: ya no siente odio por su victimario. “Gracias a Dios abrí mi corazón y esa niña es lo mejor que me ha pasado en la vida", enfatiza. 

“Como una rosa en su pleno florecer fue marchitada una mujer"

“En un negro atardecer, de su vientre arrancaron la vida de un ser que no dejaron nacer"

Ambas citas son de Fanny Escobar, quien nació en Paraguachón, La Guajira. Casi toda su vida la ha pasado en el Urabá Antioqueño. Tiene 61 años. Ha sido víctima de violencia sexual en tres oportunidades. La primera cuando tenía siete años. En el segundo episodio, con 25 años, los victimarios al parecer fueron guerrilleros. “Esa vez me metí al mar para bañarme con arena y quitarme lo sucio", dice. En 1985 fue abusada sexualmente por tercera vez. Fue empalada por paramilitares. Estaba en embarazo. Perdió la criatura.

“A pesar de los sufrimientos de la guerra, de los miedos, lo importante es luchar positivo y volar como las mariposas"

Deicy Quiñónez nació en San Juan de Arama, se crio en Vista Hermosa “y después la guerra me pasó para Villavicencio, Meta". Fue víctima de violencia sexual por parte de la guerrilla. “A pesar de los sufrimientos tenemos que seguir adelante y luchar por nuestra gente. Esta vida es corta y la tenemos que saber vivir", dice.​​