​​“Apenas se está conociendo la verdad" de las ejecuciones extrajudiciales, dice abogado del Pueblo Kankuamo​

El activista kankuamo Iván Adolfo Lúquez Mindiola no duda en afirmar que, a sus 32 años, tiene dos objetivos clave en su vida: luchar como abogado para que la justicia esclarezca los casos de ejecuciones extrajudiciales de las que fueron víctimas muchos de los integrantes de su Pueblo y, sobre todo, seguir siendo un buen hijo.

Lo más importante para mí en la vida es ser buen hijo", comentó el jurista, con cara y tono de satisfacción, en reciente entrevista con el Grupo de Relacionamiento y Comunicaciones de la Jurisdicción Especial para la Paz.

Y frente al tema de las ejecuciones extrajudiciales –o 'falsos positivos', como los denominó la prensa– perpetradas por miembros corruptos de la fuerza pública contra inermes kankuamos, Lúquez Mindiola sostuvo sin ambages: “Fueron homicidios, asesinatos, crímenes horribles y espantosos, crímenes atroces que nunca debieron suceder en este país".

Los 'falsos positivos', agregó, “no fueron errores, no fueron fallas, no fueron faltas (cometidas por un puñado de criminales). No hay nada que minimice o justifique el efecto y la realidad de esos crímenes de lesa humanidad".

Egresado de la Universidad Popular del Cesar, especialista en derecho público y en Derechos Humanos, Lúquez Mindiola explicó que su Pueblo, como pocos en Colombia, ha sufrido los embates del conflicto armado al punto de que, según sus palabras, ha sido declarado en riesgo de extermino físico y cultural.

Apenas se está conociendo la verdad" de las ejecuciones extrajudiciales, observó. “Tenemos casos de personas que desaparecieron de nuestras comunidades y no sabemos dónde están. Sabemos de miembros de nuestro Pueblo que fueron asesinados y que figuran como desaparecidos, pero también sabemos que nunca van a aparecer", añadió.

La JEP ha documentado 137 casos de ejecuciones extrajudiciales perpetradas, entre 2002 y 2005, por corruptos integrantes del Batallón La Popa de Valledupar.

De ese total de víctimas mortales, de acuerdo con Lúquez Mindiola, al menos nueve pertenecían al Pueblo Kankuamo.

Pero haciendo una proyección, las víctimas nuestras podrían llegar a las 50", anotó el defensor de Derechos Humanos.

Algunas de esas víctimas eran familiares directos de Lúquez Mindiola. Es más, “nosotros como Pueblo somos una sola familia".

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Hoy en día, Lúquez Mindiola es un respetado profesional de su comunidad. Cualquiera pensaría, sin embargo, que dentro de su Pueblo él fue un privilegiado.

Pero no hay tal porque, en su sentir, “las oportunidades me las cree yo mismo".

En 1998, los Lúquez Mindiola se vieron obligados a desplazarse del corregimiento de Atánquez –la capital del Resguardo Kankuamo– a Valledupar.

Los padres de Iván Adolfo –entonces de ocho años– y los demás familiares tuvieron que salir corriendo por amenazas. Fue un amanecer azaroso, en un día de agosto de ese año. Llegaron a la capital del Cesar, sin mirar atrás, con sus pocas cosas empacadas en sacos.

El desplazamiento, opinó Lúquez Mindiola, “nos generó un choque cultural, emocional y económico adverso" porque “mis padres tuvieron que dejar todo. Todo quedó atrás".

Instalado en Valledupar, y sin dinero en su casa, Lúquez Mindiola empezó a vender chocolates en la escuela.

En tanto, sus padres montaron una pequeña tienda a la que llamaron El Almendro y la misma que les dio de comer a los Lúquez en esos tiempos de estrecheces económicas.

Con los años, Lúquez Mindiola ingresó a la universidad a la facultad de derecho. Entonces, para pagar sus estudios, se puso a vender minutos con varios teléfonos celulares en sus manos.

Sin resentimiento, Lúquez Mindiola contó que tanto en el colegio como en la universidad se sintió discriminado por el hecho de ser indígena.

Tal vez por eso, rápidamente, entendió que “hay una mentalidad en muchos sectores de la sociedad que asocia lo indígena y lo afro con lo salvaje, con la inferioridad, con lo sucio. Yo creo que hay un racismo empotrado".

Graduado de abogado –un verdadero honor para su familia–, Lúquez Mindiola se metió de lleno en la defensa de los Derechos Humanos.

Y, aunque desde luego no lo buscó, qué mejor escenario para hablar de las garantías fundamentales que el caso de las ejecuciones extrajudiciales por parte de agentes del Estado.

Muchos kankuamos, enfatizó el letrado, “fueron asesinados por falsas acusaciones, por falsos señalamientos y además por la estigmatización que sufrió nuestro Pueblo porque, en algún momento, el Estado (a través de algunas de sus instituciones) asociaban a los kankuamos con la guerrilla. Había un prejuicio generalizado de que los kankuamos éramos guerrilleros".

Casi al terminar la entrevista con la Unidad de Investigación y Acusación, Lúquez Mindiola se sintió más cómodo que nunca porque tuvo que hablar de lo más le gusta en este mundo: la paz.

Partamos de un planteamiento histórico que nosotros hemos tenido como Pueblo Kankuamo: somos actores, constructores y defensores de la paz. Nosotros decimos: no a la violencia. Podemos ser el único Pueblo del país que tenemos un mandato por la paz. Nosotros tenemos la obligación de construir y apoyar la paz", enfatizó.

Antes de despedirse, Lúquez Mindiola hizo un último comentario: “Nosotros creemos en la JEP. Confiamos en que al final de todo este proceso podamos decir que ha valido la pena confiar en la JEP porque logró satisfacer y materializar los derechos de las víctimas". 

  •     P.D. La JEP estableció que por lo menos 6.402 personas fueron muertas ilegítimamente para ser presentadas como bajas en combate por agentes del Estado en todo el territorio nacional entre 2002 y 2008.​