​​​Caso La Popa: De cómo la vida les cambió a Lina y Lorena luego de que su padre fue asesinado por militares

Lo que más recuerda con tristeza Lina Yoryet Hoyos Góngora, después del asesinato de su padre, hace casi 22 años, fue el bullying al que la sometieron sus compañeros de colegio en el municipio cesarense de Agustín Codazzi.

A tu papá lo mataron por guerrillero", le decían a Lina Hoyos sus condiscípulos al referirse a su padre, Neil Eduardo Hoyos Villadiego, quien fue asesinado el 22 de abril de 2003 en el sector de El Desastre de la localidad de San Diego, también en el Cesar.

Ella tenía entonces ocho años. 

Sin embargo, al decir de Lina Hoyos, Neil Eduardo Hoyos en realidad era “un papá, un esposo presente, un hijo, un hermano, una buena persona" que fue asesinado vilmente por corruptos integrantes del Batallón La Popa de Valledupar en la época en que dicha unidad militar era comandada por el hoy coronel en retiro del Ejército Nacional Publio Hernán Mejía Gutiérrez (2002-2004).

El martes 4 de febrero de 2025, en la sede norte de la Jurisdicción Especial para la Paz, en Bogotá, se dio inicio a la séptima sesión del juicio oral que se adelanta en contra de Mejía Gutiérrez.

El exoficial en mención fue acusado en julio de 2023 por la Unidad de Investigación y Acusación de la JEP como presunto responsable de los delitos de homicidio en persona protegida, tortura y desaparición forzada.

A Mejía Gutiérrez se le responsabiliza de haber ideado y conducido un ilegal Aparato Organizado de Poder que, entre diciembre de 2001 y noviembre de 2003, segó las vidas de 72 personas que mentirosamente fueron presentadas a las autoridades y a la opinión pública como delincuentes muertos en combate.

Tal vez por todo lo anterior fue que Lina Hoyos y su hermana Lorena pensaron en voz alta que no podían perderse la oportunidad de viajar a Bogotá y asistir a una de las sesiones en la que iba a hablarse de las personas asesinadas por exmilitares criminales del Batallón La Popa (casi todos confesos en la actualidad).

Uno de esos muertos fue su padre.​

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Para la época en que su padre fue asesinado, Lina Hoyos cursaba el tercer año de primaria en el Club de Leones. Un día después del homicidio, cerca de su colegio, Lina Hoyos se encontró con su madre y dos familiares más. 

Le pregunté a mi mamá qué estaba haciendo en Codazzi toda vez que ella vivía y trabajaba en Valledupar con mi papá. Nosotras —su hermana y ella— vivíamos con nuestra abuela" en Codazzi", le explicó Lina Hoyos al Grupo de Relacionamiento y Comunicaciones de la Unidad de Investigación y Acusación.

Fue entonces cuando su madre, Luz Marina Góngora, la abrazó a ella y a otra de sus hermanas y se puso a llorar. “Ella no nos quería contar, pero una hermana suya le dijo: 'Diles lo que pasó'. Ella nos miró fijamente y nos dijo: 'Su papá está muerto", evocó Lina Hoyos, de 30 años, y madre de una niña.

Del sepelio de su padre, Lina Hoyos recuerda con claridad que a él fueron muy pocas personas, casi que solo familiares, “tal vez por miedo" a que se les relacionara con un hombre que falsamente fue presentado por personal del Batallón La Popa como un guerrillero muerto en combate.

De ahí en adelante todo fue difícil para los Hoyos Góngora. Después de ser una estudiante destacada, la pequeña Lina Yoryet optó casi que por encerrarse en su casa para evitar que en la calle le dijeran “su papá era un guerrillero".

Su hermana Lorena, entre tanto, empezó a crecer sin la figura de un padre. Ella tenía solo 14 meses cuando él fue asesinado. Hoy tiene 22 años. “Yo no me desempeñaba bien en el colegio, no me esforzaba por estudiar", comentó Lorena, con la voz baja, pero sin ningún temor a la hora de afirmar que “yo todavía no los puedo perdonar (a los militares que asesinaron a su padre), que los perdone Dios".

Es más, luego del asesinato de su papá (de 28 años en el momento de su muerte), Lorena fue enviada por su madre al municipio antioqueño de Caucasia, donde vivía una hermana suya. Allí vivió hasta los siete años.

—¿Qué tanto cambia la vida de ustedes luego del asesinato de su padre?

—(Lina) Muchísimo porque mi papá era el proveedor de la casa. A mi mamá le tocó hacerse cargo de dos niñas y una bebé. Para mi mamá fue muy difícil todo.

—¿Cómo y cuándo hace contacto con ustedes la Unidad de Investigación y Acusación?

—La UIA nos llama en septiembre del año pasado y nos dice que al señor Neil Eduardo Hoyos Villadiego lo reconocieron como un 'falso positivo' (o persona ejecutada extrajudicialmente).

—Entonces le volvió el alma al cuerpo a la familia Hoyos Góngora…

—Claro, tuvimos base para decirle a la gente: “Vio que mi papá no era un guerrillero".  

 —¿Qué pasó con su mamá?

—(Lina) Ella como que se encerró en ella misma. Le cogió rabia a la sociedad. Con el tiempo ella empezó a cambiar (…) Es más, ella no quiso venir a esto. Ella decía que dejáramos eso así. Ella dice que no se siente preparada todavía para verse cara a cara con los comparecientes o para estar en el mismo espacio con ellos.

—Su hermana Lorena ha dicho que no ha sido capaz de perdonar a los hombres que mataron a su papá. ¿Usted ya perdonó?

—(Lina) Yo tampoco.

¿Ya tienen claro cómo fue el asesinato de su papá?

—(Lina) A él lo capturan a las seis de la mañana y lo matan a las nueve o diez de la mañana.

—(Lorena) A él lo pudieron soltar.

—Cuando ustedes crecen, ¿qué les contestaban a las personas que hablaban mal de su papá?

—(Lina) Que un guerrillero no dormía todos los días en su casa y que un guerrillero no acompañaba todos los días a su hija al colegio.

¿Qué piden ustedes como reparación?

—(Lorena) Mi mamá pide que se restaure el buen nombre de mi papá.

—(Lina) Mi hermana, la del medio (Lizeth), pide una indemnización (económica). Ella dice que para que van a r​estaurar el nombre si ya está muerto. Ella tiene un temperamento más fuerte.

—(Lorena) Ellos (los asesinos de su padre) nos hicieron mucho daño (…) Yo sí quiero que nos den una ayuda económica. Yo también quiero estudiar para salir adelante.