​​​​Diana Patricia le quiere creer a la JEP​

Hace 23 años, la periodista Jineth Bedoya, entonces redactora del diario bogotano El Espectador, fue secuestrada y violentada sexualmente por paramilitares con la aparente complicidad de corruptos agentes del Estado.

Cuando eso sucedió, el jueves 25 de mayo de 2000, Diana Patricia Macías vivía tranquilamente en Bucaramanga, la capital del departamento de Santander.

Junto a su esposo, Luis Ignacio Porras, Diana Patricia gozaba de una vida holgada gracias a la venta de ropa. Tenía una hija que era su adoración. En fin, no tenía ninguna preocupación a la vista.

O al menos eso creía ella.

Una noche de fines de 2006, en Bucaramanga, su esposo se trenzó en una partida de póquer con un ganadero de Santander cuyo nombre se perdió en su memoria.

Después de horas y horas de juego, según el relato de Diana Patricia, el ganadero perdió con Porras unos 300 millones de pesos de la época.

Prácticamente toda la deuda quedó representada en varios cheques que el ganadero le entregó a Porras. Sin embargo, dichos títulos valor, en cuestión de días, rebotaron en los bancos porque las cuentas del ganadero estaban sin fondos.

Porras, como era de esperarse, empezó a cobrarle el dinero al ganadero. Entonces, hacía el 20 de diciembre de ese año, el entonces cabecilla paramilitar Salvatore Mancuso, que estaba en prisión, lo llamó a su teléfono celular. En un tono cordial le recomendó no cobrar más el dinero de la deuda de juego.

El 31 de diciembre de ese 2006, Porras fue asesinado en la puerta de su casa.

Entonces Diana Patricia le dio cristiana sepultura al papá de sus dos hijos y al poco tiempo acudió a las autoridades de Floridablanca, Santander, para denunciar lo que su fallecido esposo le había contado: que un ganadero le debía 300 millones de pesos de juego y que Mancuso lo había llamado para “aconsejarlo".

Ahí empezó toda la tragedia para nosotros", le dijo Diana Patricia el jueves al Grupo de Relacionamiento y Comunicaciones de la Unidad de Investigación y Acusación de la JEP.

Diana Patricia contó su historia durante un encuentro en Villavicencio con unas 90 víctimas de violencia sexual de los departamentos de Meta, Vichada, Casanare y Arauca.

Al otro día de haber declarado en la Fiscalía, a la casa de Diana Patricia en Bucaramanga llegaron tres hombres corpulentos que no solo la violentaron sexualmente, sino que la golpearon sin clemencia, entre otras cosas, “porque yo creo que ellos querían que yo me muriera".

Después de que la violaron, le partieron la mandíbula y la golpearon por todas partes, los delincuentes “me empalaron", contó Diana Patricia, quien después de llorar durante unos minutos se preguntó: “¿Cómo un ser humano es capaz de hacer una cosa de esas? Ni a un perro lo tratan así".

Por lo menos tres meses tardó Diana Patricia para recuperarse físicamente de los daños que le causaron los paramilitares. Apenas pudo moverse se fue para Arauca, con su cabeza como una olla a presión.

Años después, según su narración, le contó su historia a la Fiscalía General de la Nación, pero la verdad es que no pasó nada. “Para nosotros nunca va a haber justicia", enfatizó.

De acuerdo con Diana Patricia, hace pocos días el infierno regresó a su vida. El motivo: desde Estados Unidos, donde cumple una condena por narcotráfico, Mancuso declaró ante la JEP, “como si nada fuera, después de todas las diabluras que hizo".

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Diana Patricia Macías Ariza nació hace 49 años en Bucaramanga. Su padre, Humberto Macías, fue asesinado en 1982 por la guerrilla del ELN. Todo parece indicar que el comerciante para el que trabajaba el padre de Diana Patricia se negó a pagarle una “vacuna" al mencionado grupo rebelde.

Solo recuerdo que cuando mi papá murió, a mi mamá le tocó muy duro y que en la casa pasamos muchísima hambre", añadió Diana Patricia, quien es esteticista en Arauca.

–Después de lo que le hicieron los paramilitares, ¿cómo ha sido su vida?

–Mal, todo mal. Yo he estado siempre en tratamiento, en manos de psicólogos. A pesar de todo, soy una mujer fuerte.

–¿Qué es lo que más le molesta de su historia?

–Que no encuentro justicia. Usted no se imagina cuando vi a ese señor (Mancuso) hablando y ver que toda mi desgracia fue por él. Eso a mí me llena de rabia.

–Si ve a Mancuso, ¿qué le diría?

–¿Dios mío! Me tocaría prepararme psicológicamente para no tirármele encima… Él me dañó mi vida.

–Se nota que no se le ha pasado la indignación…

–Tengo rabia, y tengo rabia porque no pasa nada, a las mujeres las siguen violando.

–¿Cómo es eso de que usted les ayuda a las mujeres de Arauca que son víctimas de violencia sexual?

–Así es. Yo soy de bajo perfil, pero cuando sé que una mujer de Arauca es abusada sexualmente, yo hago todo lo que esté a mi alcance para ayudarla. Muchas veces me ha tocado ayudarles a que salgan de la ciudad.

–¿Y por qué hace eso?

–Porque cuando a mí me violaron me tocó solita, solita con mi dolor físico y sobre todo con mi dolor espiritual.

–¿Qué opina del proceso de paz que en noviembre de 2006 sellaron el gobierno y las otrora FARC?

–En Arauca no se siente el proceso de paz. Allá siguen matando. Allá ahí mucha corrupción.

¿Le cree a la JEP?

–Yo le quiero creer a la JEP.

–¿Sabe la historia de Jineth Bedoya?

–Sí, claro, la periodista. Esa es una verraca. Ojalá hubiera muchas más como ella.

 

P.D.: Desde 2014, en Colombia, todos los 25 de mayo, se conmemora el “Día Nacional por la Dignidad de las Mujeres Víctimas de la Violencia Sexual en el marco del Conflicto Armado Interno". El 25 de mayo del año 2000 Jineth Bedoya –hoy periodista de El Tiempo– fue secuestrada, torturada y violada.