Esaud Lemos y su lucha incansable por la paz y la reconciliación
Quibdó, 28 de marzo de 2025 (@UIA-JEP) La Habana, 10 de septiembre de 2014. Un grupo de víctimas del conflicto armado ha llegado a la sede de las conversaciones de paz entre el gobierno colombiano y las FARC. Su objetivo es reunirse con los delegados de esa guerrilla y del entonces presidente Juan Manuel Santos.
Uno de los viajeros a la capital cubana es Esaud Lemos, un defensor de Derechos Humanos víctima de los abusos de los paramilitares y también de la guerrilla.
En la entrada del salón de protocolo El Laguito, Lemos y los demás miembros de la delegación son recibidos por Luciano Marín Arango o “Iván Márquez", jefe del equipo negociador de las FARC.
Cuando le corresponde el turno de saludar a Márquez, Lemos le aprieta tan fuerte la mano al comandante guerrillero que este comenta con extrañeza y seguramente con molestia: “¿Qué pasa? ¿Por qué me aprieta tan duro?".
“Porque te demoraste mucho tiempo para sentarte a negociar y a dialogar con el gobierno y con tus víctimas", le respondió Lemos a Márquez, sin miedo, sin la voz temblorosa, y con la convicción de que estaba hablando en nombre de un país entero que quería (y quiere) terminar una guerra inclemente de décadas y décadas.
El jueves pasado, en un hotel del centro de Quibdó, la capital de Chocó, Lemos le contó su historia al Grupo de Relacionamiento y Comunicaciones de la Unidad de Investigación y Acusación de la JEP durante un encuentro territorial de participación social con más de 80 víctimas del conflicto armado del mencionado departamento.
El evento fue encabezado por el director de la Unidad de Investigación y Acusación, Giovanni Álvarez Santoyo, quien visiblemente emocionado recalcó que en su corazón y en su mente siempre están y estarán priorizadas las víctimas de la guerra del Chocó.
“El Chocó, como pocos departamentos, por la riqueza que tiene, ha sido objetivo de los grupos armados al margen de la ley", dijo el funcionario. “Esta es la oportunidad para que, a través de este proceso (de la JEP), develemos lo que ha ocurrido en el Chocó y para que el país sepa que en este departamento residen cientos de miles de colombianos de bien", agregó.
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Esaud Lemos Maturana nació hace 61 años en Bagadó, Chocó. En junio de 2000, paramilitares del bloque “Héroes del Pacífico" llegaron hasta su casa para asesinarlo. En esa oportunidad se salvó de milagro.
En octubre de ese mismo año, las guerrillas de las FARC, del ELN y del ERG se tomaron su municipio. Para esa época, Lemos era servidor público. Los rebeldes, por una confusión, lo buscaron para matarlo. El malentendido, por fortuna, fue aclarado por el cura del pueblo.
Es decir, en escasos cuatro meses Lemos se salvó dos veces de perder la vida.
Entonces, en calidad de desplazado, Lemos se vino a vivir a Quibdó, donde empezó a trabajar con otros desplazados. Hoy en día, él recuerda que le dolía en el alma la situación de las 400 familias que se albergaban en el coliseo de la capital chocoana.
Corría el año 2003.
“A ellos (los desplazados) los maltrataron ahí, los revictimizaron, los trataron de haraganes, les tiraron piedras, los mojaron (…) Entonces tuvo que intervenir ante las autoridades la Diócesis de Quibdó para que protegieran a la población desplazada", explicó Lemos.
Con los años, Lemos empezó un cambio en su vida. Eso sucedió después de que se encontró por primera vez, cara a cara, con algunos de sus victimarios. El activista no tiene claro por qué lo hizo, pero lo cierto es que el otrora guerrillero conocido como Pastor Alape —exintegrante del llamado Secretariado de las FARC— terminó en las selvas del Chocó.
Eso sucedió entre 2005 o 2006.
De acuerdo con Lemos, la guerrilla lo citó para que hablara con Alape. El entonces jefe guerrillero le preguntó por qué se había desplazado. Palabras más, palabras menos, Lemos le respondió que dejó su tierra porque las FARC lo iban a matar y que porque no contentas con el intento de homicidio continuaron con la persecución.
Tal vez por todas esas vicisitudes vividas por Lemos fue que tanto el gobierno como las FARC estuvieron de acuerdo con que hiciera parte de la segunda delegación que en septiembre de 2014 voló a La Habana para dialogar con los miembros de la Mesa de Negociación.
“Ese viaje a La Habana me cambió la vida", dijo.
A su regreso a Colombia, el jefe paramilitar que intentó asesinarlo en 2000 le solicitó su perdón. La respuesta de Lemos fue corta y precisa: “Lo perdono siempre y cuando me diga la verdad, es decir, quiénes de Bagadó dieron la orden y pagaron para asesinarme".
La respuesta del cabecilla paramilitar fue que no podía acceder a esa petición.
Después de la firma del Acuerdo Final en noviembre de 2016 entre el gobierno nacional y las FARC, Lemos empezó a venderles una idea fundamental a las víctimas del conflicto armado del Chocó relacionada con dos palabras inmensas: reconciliación y paz.
“Nosotros —les dijo Lemos a las víctimas— tenemos que hacer un proceso de reconciliación porque al final tenemos que sentarnos a dialogar con nuestros victimarios".
Para generar confianza entre víctimas y victimarios, añadió Lemos, “tenemos que sentarnos a tomar a tinto, a generar confianza" porque, de lo contrario, “no va a haber confianza y reconciliación".
—¿Ese encuentro para tomar tinto aplica para todo el mundo, es decir, para usted que fue desplazado y también para una persona que, por ejemplo, le mataron a sus padres o a sus hijos?
—Sí, aplica para todo el mundo. Cuando yo como víctima hablo de reconciliación es porque espero que el victimario me diga la verdad de corazón. Eso conlleva a que nos reconciliemos. El odio lo tenemos que superar.