Conmemoración del Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas
Hugo Armando y Luz Stella: ni la muerte los pudo separar
La de Hugo Armando Moreno y Luz Stella Castañeda fue una historia de amor que terminó en tragedia. Él era militante del otrora grupo guerrillero M-19 y ella una trabajadora de 24 años que para noviembre de 1986 estaba en el cuarto mes de embarazo.
Se habían conocido en Medellín un año antes por temas de trabajo. Primero se hicieron novios y al poco tiempo se fueron a vivir juntos a un apartamento de la localidad bogotana de Kennedy.
Cuando se enteró de que su novia estaba embarazada, “Hugo Armando empieza a pensar un poco en salir del M-19 y en organizar una familia", explicó César Henry Moreno, hermano mayor de Hugo Armando, en entrevista con el Grupo de Relacionamiento y Comunicaciones de la Unidad de Investigación y Acusación de la JEP.
De acuerdo con la versión de César Moreno, hacia las 11 de la mañana del 19 de noviembre de 1986 Luz Stella Castañeda salió de su apartamento a una cita médica. Hugo Armando, por su parte, se fue a esperarla a la casa de sus padres, en el barrio El Tejar.
Las horas pasaron y, al ver que su mujer no aparecía, la ansiedad se apoderó de Hugo Armando. Entonces optó por ir hasta su apartamento en Kennedy a tratar de conseguir noticias sobre Luz Stella. Y las tuvo: apenas llegó se dio cuenta de que cerca de su vivienda había mucha fuerza pública y que militares y policías les estaban pidiendo documentos a los transeúntes.
Entonces, asustado y preocupado, Hugo Armando se fue para la casa de una amiga que los conocía a los dos y que sabía de su militancia en El Eme. Allí se sentó a esperar alguna información de Luz Stella, con las limitadas comunicaciones de la época.
Hugo Armando tenía claro que el objetivo de las pesquisas en su apartamento era él. Adicionalmente, para nadie era un secreto que los organismos de inteligencia del Estado estaban encima de todo lo que oliera a M-19 toda vez que las heridas en el país por la toma y retoma del Palacio de Justicia estaban aún muy frescas (Bogotá, 6 y 7 de noviembre de 1985).
Por eso, después de hacer varias llamadas telefónicas, ya muy tarde de la noche, Hugo Armando tomó una decisión trascendental, tal vez la última de su vida: se fue de nuevo para su apartamento a dar cara y a tratar de conseguir la liberación de Luz Stella, si es que para ese momento estaba retenida y con vida.
Nunca más se volvió a saber de ellos, al menos por un buen tiempo.
Su caso –el de Hugo Armando y Luz Stella– se convirtió en unos de los más emblemáticos de desaparecidos en Colombia. Por eso hoy, 30 de agosto (como lo vienen haciendo desde 2011), las familias Castañeda y Moreno hacen suya la conmemoración del Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas.
“Estas fechas, como la semana del desaparecido –opinó César Moreno–, tienen una enorme significación para la familia porque es la reivindicación de las personas que, en muchos casos, han perdido la vida en medio de la guerra, principalmente por la guerra sucia".
Cifras de la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas dan cuenta de que –con corte al 30 de abril pasado– en Colombia hay 111.640 personas desaparecidas.
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Don Emigdio Moreno y doña Ana Joaquina Torres llegaron a Bogotá en los años 50 provenientes del municipio de Cabrera, en la provincia cundinamarquesa de Sumapaz. Atrás había quedado para ellos la época de La Violencia, que se recrudeció en varias regiones del país después del asesinato, el 9 de abril de 1948, del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán.
El matrimonio Moreno Torres se desplazó a la capital colombiana con cuatro hijos y se instaló en barrios populares como El Sosiego y el Rocío.
Ni don Emigdio ni doña Ana Joaquina eran amantes de la política, de acuerdo con su hijo César, quien muchos años después recuerda que su mamá no creía en los políticos y que su papá, si bien era liberal, “no era un liberal practicante, era un liberal solo del día de votaciones".
Tal vez por eso, con los años, don Emigdio y doña Ana Joaquina se sorprendieron al ver que casi todos sus hijos resultaron apasionados por la política. Y el más político de los 12, el noveno de ellos, Hugo Armando, quien nació el 23 de junio de 1964.
Según César Moreno, un administrador público de 61 años, Hugo Armando empezó a tener los primeros contactos con el M-19 en el Paro Cívico Nacional de septiembre de 1977. Para entonces, el muchacho tenía apenas 13 años y tiró piedra hasta el cansancio en los dos días de revueltas.
Hacia 1980, Hugo Armando ingresó de lleno al M-19 de la mano de un entonces combatiente conocido como “Iván".
“Lo primero que recuerdo de Hugo Armando era que era un tomador de pelo bravo", comentó con nostalgia “Iván". “Lo segundo que recuerdo de Hugo Armando es que fundamentalmente era un guerrero, un hombre que no se le corría a nada", agregó.
La militancia de Hugo Armando en el M-19 –al decir de César Moreno– fue una noticia que en su casa “era una especie de secreto que se tocaba en ciertos círculos, pero que todo el mundo sabía".
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Apenas se concientizaron de que Hugo Armando y Luz Stella estaban desaparecidos, los Moreno Torres entraron en pánico.
“Indudablemente hubo un síndrome de terror y de miedo, que es lo que buscan los autores de las desapariciones de personas que están en contra del establecimiento", opinó César Moreno, quien hizo énfasis en que jamás hubo un reproche entre las familias de Luz Stella y Hugo Armando porque la suya, “más que una desaparición, fue una historia de amor".
Entonces la familia Moreno se dividió en dos bandos: los que creían que era mejor pasar la hoja y tratar de volver sus vidas a la normalidad, y los que se inclinaban por no detener la búsqueda y –lo más importante– reivindicar el nombre de Hugo Armando.
El 23 de marzo de 1987 les llegó la respuesta a todos.
Ese día, doña Ana Joaquina contestó una llamada telefónica en la que preguntaron por su hijo Hugo Armando. Ella respondió que él estaba desaparecido y que toda la familia lo estaba buscando. Lo último que ella escuchó de esa llamada fue a alguien que dijo: “Estoy hablando con la mamá y no sabe que está muerto".
Doña Ana, agobiada por el dolor, soltó el teléfono y empezó a gritar por toda su casa que Hugo Armando estaba muerto. Entonces otro de sus hijos se hizo cargo de la llamada y de un juzgado del municipio de Cáqueza, Cundinamarca, le contaron con detalle que el cuerpo de Hugo Armando había sido encontrado el 23 de noviembre de 1986, es decir, cuatro días después de su desaparición.
El funcionario contó también que Hugo Armando había sido hallado junto a dos cadáveres más en la carretera que comunica a Cáqueza con Puente Quetame, que los cuerpos habían sido quemados, que presentaban tiros de gracia y que su identificación se logró gracias a la huella de un dedo que no fue consumido por el ácido.
De Luz Stella nunca se volvió a saber nada. Sigue desaparecida. De eso hace ya 38 años.