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​​​La historia de Fanny Escobar: “Si yo no hubiese perdonado, estuviera muerta"​

Septiembre de 1985. Puerto caribeño de Arboletes, en el departamento de Antioquia. A la zona se le conoce como el Urabá Antioqueño. Para esa época, prácticamente todos los grupos ilegales del país hacían presencia allí. El motivo: es una región riquísima y próspera y también uno de los corredores de las drogas ilícitas más apetecidos por el narcotráfico.

Para ese septiembre de 1985, en zona rural de Arboletes, vivía Fanny Escobar Hernández. Es una mujer de color, de facciones finas y una narradora exquisita. Hoy en día tiene 57 años. Tuvo cinco hijos (entre ellos uno adoptivo): dos mujeres y tres hombres. Dos de los tres hombres, incluido el adoptivo, fueron asesinados. Ese es uno de sus muchos dolores.

Pero para conocer bien la historia de Fanny Escobar, inevitablemente hay que devolver el tiempo 36 años y ubicarla en Arboletes.

“Yo estaba embarazada de siete meses. Entonces, entre tres y cuatro de la tarde, llegaron ellos (los paramilitares). Yo estaba encerrando el ganado. De abajo salieron unos señores. Me vine de donde estaba. Saludé a los dos señores que entraron de frente en caballo. Cuando saludé, uno de ellos me dijo que si le regalaba agua. Entonces entré (a la casa) para buscar el agua. Yo cogí la jarra y, cuando salí, él ya estaba ahí", narró Fanny Escobar durante una entrevista con la oficina de prensa de la Unidad de Investigación y Acusación de la Jurisdicción Especial para la Paz.

Y prosiguió: “Cuando miro hacia atrás, ya había como cuatro (paramilitares) en la puerta de atrás. Ese día ellos no andaban uniformados. Pero uno sabía que eran paramilitares. El comandante 'René' no me recibió el agua, sino que me empujó y me dijo que yo era la más verraca, la más valiente, como una heroína. Le pregunté que por qué y les pedí que no me fueran a hacer nada, que yo estaba embarazada (…) Entonces me empujó y me empujó hasta que llegué a la cama. Cuando caí a la cama, ya no tengo nada más qué decir".

En medio del llanto, Fanny Escobar concluyó así su relato de aquella aciaga tarde de septiembre de 1985 en Arboletes: “El embarazo se me notaba mucho. René dijo que él era el primero y, después de que pasó, pasaron los demás. Había como 14. Fueron pasando uno a uno (...) Yo les decía que no más, que lo hicieran por mi niño. No les importó. Hicieron lo que les dio la gana conmigo".

Sin embargo, aquí no terminó la tragedia de Fanny Escobar. Cuando fue violentada sexualmente, y golpeada sin compasión en todo el cuerpo, ella estaba sola en la finca. Sus dos niñas y una señora que le ayudaba en los oficios de la casa habían salido a comprar algunas cosas de mercado a una fonda vecina.

Cuando las tres llegaron, Fanny Escobar, desmayada, estaba tirada en el piso prácticamente muerta por una hemorragia en apariencia incontrolable. Entonces las niñas, sus hijas, desesperadas salieron a pedir auxilio. Una vecina, que era partera, llegó y como pudo detuvo el sangrado.

Como a la seis de la tarde, Fanny Escobar recuperó el conocimiento. Pero, en ese momento, no sabía qué había pasado con su bebé. La verdad, lo había perdido. La partera, su vecina, por más que trató no pudo hacer mucho.

Fanny Escobar no preguntó mayor cosa apenas notó “que la barriga se me había perdido".

Durante una semana, Fanny Escobar permaneció en la finca muriéndose de dolor. En el cuerpo, pero sobre todo en el alma. Se hinchó de una manera terrible. No se podía mover. Finalmente, resolvió visitar a un médico en Arboletes. El doctor Toscano la examinó y, sin que ella se lo contara, porque no podía, por temor a más represalias de los paramilitares, no dudó en decirle: “Usted tuvo un aborto".

Por esos mismos días, de acuerdo con Fanny Escobar, los paramilitares asesinaron a dos hijos de la vecina (la partera) que le salvó la vida.

Pero, ¿por qué los delincuentes de extrema derecha se ensañaron con Fanny Escobar y, sobre todo, con tanta sevicia?

Días previos a su violación, Fanny Escobar fue enterada de que los paramilitares tenían en la mira (para llevársela) a su hermana menor, de 12 años. “Ellos llegaban a las casas y se llevaban lo que querían", recalcó.

Como a los tres días de aquella preocupante información, Fanny Escobar fue a la finca de su madre y le dijo: “Tranquila. Ustedes (la madre y un tercer hermano) se van para el pueblo (Arboletes) y yo me la llevo (a su hermana de 12 años)".

La idea era sacarla de la zona.

Y así sucedió. Fanny Escobar se llevó a su pequeña hermana primero para su finca y luego movió cielo y tierra para enviarla al departamento de La Guajira. Ese incidente, según Fanny Escobar, fue el origen de la furia de los paramilitares con ella.

Por eso fue que, momentos previos a la violación, los paramilitares le dijeron con ironía a Fanny Escobar que era “la más verraca, la más valiente, la heroína", por haber evitado el rapto de su hermanita.

Después de que Fanny Escobar fue abusada sexualmente, y con el dolor por la pérdida de su hijo, se quedó un tiempo en la finca que administraba o, mejor, la de su pesadilla.

Entonces, con su familia, Fanny Escobar decidió trasladarse al casco urbano de Arboletes. Allí empezó a mejorar gracias a que un médico le recetó una droga para que recuperara la sangre perdida. Pero, esos tiempos, de relativa tranquilidad, no durarían mucho.

Fanny Escobar y su parentela tuvieron que salir corriendo de nuevo cuando la situación de orden público se “calentó" en Arboletes. “Si los paramilitares me ven, me matan", pensó.

En consecuencia, el nuevo “escondite" para Fanny Escobar fue Sincelejo, la capital del departamento de Sucre, donde vivió algunos años con los suyos.

En busca de mejores horizontes, se trasladó a Apartadó, un poblado municipio del Urabá Antioqueño. “Nos dijeron que allí había buenas oportunidades de estudio para mis hijos y se conseguía un mejor nivel de vida", explicó.

A mediados de los años 90, las malas noticias regresaron a la casa de Fanny Escobar. En poco menos de cinco años fueron asesinados dos de sus hijos y el padre de uno de ellos. “Uno se va enterando de todo ahora que ya va pasando el tiempo. Siempre hay alguien que quiere hablar, contarle cosas a uno. Pero yo pienso que a mí ya no me sirve nada de lo que me digan", observó.

En medio de tanta tragedia, y con continuas amenazas contra su vida, Fanny Escobar anduvo por varios municipios del Urabá Antioqueño. Vivía triste. Tanto que, según ella, en cinco oportunidades intentó suicidarse porque se creía la mujer más desdichada del mundo.

Pero llegó 2013 y Fanny Escobar decidió darle un cambio radical a su vida. Empezó a convertirse en Apartadó en lo que siempre quiso ser: una lideresa que defendiera los derechos de las mujeres. “Nosotras empezamos como mujeres multiplicadoras de corazones por el motivo de que unos soldados violan a tres adultas mayores en Apartadó", recordó.

Hoy, Fanny Escobar es la coordinadora de la Asociación Mujeres del Plantón, que reúne a más de 200 mujeres de siete departamentos del país. “Somos reconocidas nacional e internacionalmente", sostuvo con tono de satisfacción.

Fanny Escobar está tranquila porque ya perdonó a los hombres que en el pasado le hicieron tanto daño. “Si yo no hubiese perdonado, estuviera muerta", enfatizó. Y concluyó: “Si Dios perdonó, como no vamos a perdonar los seres humanos". ​​