“La paz es el único camino que hay para resistir", dice líder del Pueblo Quillasinga, en Nariño
San Juan de Pasto, 27 de septiembre de 2024 (@UIA_JEP) En el corregimiento El Encano, a escasa media hora de la capital de Nariño, aún suena con fuerza el nombre del taita gobernador del Pueblo Quillasinga Segundo Benavides Mavisoy, quien fue asesinado por la hoy pacificada guerrilla de las FARC hace ya casi 21 años.
“Con el finado taita estuve en el momento en que lo mataron", recordó Carmen Elena Jojoa, guardiana del Resguardo Indígena Quillasinga Refugio del Sol en entrevista el jueves pasado con el Grupo de Relacionamiento y Comunicaciones de la Unidad de Investigación y Acusación de la JEP.
Benavides Mavisoy fue asesinado el 23 de octubre de 2003. Para ese momento, Jojoa era la tesorera del resguardo. Eran tiempos en que, según la lideresa indígena, “la guerrilla nos llamaba a cada nada a que les rindiéramos información de lo que ellos querían".
Y llegó el fatídico día.
Jojoa recuerda que el frente 60 de la guerrilla de las FARC, al mando de Jacinto Matallana, citó en la vereda Santa Lucía a los líderes del Pueblo Quillasinga para notificarles que al taita Benavides “lo habían sentenciado a muerte (…) A él lo alejaron del resto de la guardia que habíamos ido a acompañarlo. Una vez lo mataron, nos soltaron para que fuéramos a reclamar el cadáver".
Desde entonces, sin excepción, todos los miembros del Pueblo Quillasinga lamentan el asesinato del taita gobernador y exigen saber por qué lo mataron. “Eso es lo que queremos, eso es lo que hemos buscado todo este tiempo desde que se inició este proceso de la JEP: que nos digan la razón de por qué lo mataron", insistió Jojoa, de 45 años y madre de tres hijos.
De acuerdo con Jojoa, las órdenes y prohibiciones de las FARC para los integrantes del Pueblo Quillasinga eran tantas que aún hoy no está claro cuál de ellas no obedeció el taita Benavides.
“No podíamos participar en política, no podíamos hablar con el alcalde, no podíamos hacer nada. Es que El Encano estuvo sitiado por lado y lado: por la salida al Putumayo y por la entrada de Pasto también", agregó Jojoa, quien añadió además que el día de la toma guerrillera al cerro Patascoy “empezó nuestro calvario".
En efecto, el 21 de diciembre de 1997, las otrora FARC atacaron una base militar del Ejército en el cerro Patascoy –ubicado entre los departamentos de Nariño y Putumayo– con saldo de 10 militares asesinados y 18 más secuestrados.
“El cerro Patascoy es nuestra casa. Es el centro del mandato de vida de nosotros. En él esta todo. Están las lagunas de vida. Ahí está la medicina natural. Allá están los médicos naturales de la montaña. Por eso para nosotros fueron trascendentales las afectaciones de ese día", puntualizó Jojoa.
Pese a todo lo anterior, a tanta violencia, a tantas lágrimas, a tanto sufrimiento, el Pueblo Quillasinga sigue enhiesto, con la moral más alta que nunca y con una esperanza de paz intacta porque, al decir de Jojoa, “si no hay paz no hay vida (…) Eso sí, necesitamos saber la verdad para sanar tanto dolor y para poder avanzar".
Una paz con la que también sueña Julio César Parra, regidor mayor del Resguardo Quillasinga y quien dice a boca llena que “la paz es el único camino que hay para resistir".
Parra, un politólogo de 43 años, también demanda verdad para que su pueblo sepa por qué fue asesinado el taita gobernador Benavides. “Y, junto al asesinato de él –observó Parra–,también hubo desaparición de comuneros, secuestros, amenazas, reclutamiento y uso y utilización de niños, niñas y adolescentes (para las filas de la guerrilla)".
Para Parra, la naturaleza también ha sido una gran damnificada por el conflicto armado. Por ejemplo, para su Pueblo es ofensivo que se diga que tal vereda o camino de su región son corredores de los grupos armados o de las mafias.
Por el contrario, enfatizó Parra, aquellos fueron espacios desde tiempos inmemoriales de sus antepasados para intercambio pacífico con regiones como Putumayo y la Amazonía.
―¿Cómo le pareció la presencia hoy de la JEP en El Encano?―, se le preguntó a Parra.
―Necesaria―, respondió.
Una presencia de la JEP que también era reclamada por gobernadora del Pueblo Quillasinga, Patricia Jojoa, porque “fue un acercamiento, un conocimiento" entre dos jurisdicciones: la Jurisdicción Especial Indígena y la Jurisdicción Especial para la Paz.
“Es la primera vez que la JEP visita el territorio y es la primera vez que somos escuchados para este tema del conflicto armado", comentó la gobernadora Jojoa, quien hizo hincapié en que la guerra dejó muchas heridas en su pueblo.
No obstante, enfatizó, “como seres humanos tenemos que dar ese paso de sanación y de armonización para que avancemos desde la paz personal y evitar que los odios sigan generando controversias".