​​​Director de la UIA: los asesinatos de los jóvenes de Soacha es la muestra “de todas las atrocidades que hemos tenido que vivir"​

Al conmemorarse 15 años de una tragedia que nunca debió suceder, el director de la Unidad de Investigación y Acusación de la JEP, Giovanni Álvarez Santoyo, elogió el domingo la labor de las Madres de Soacha y les dijo que el asesinato de sus hijos por parte de militares corruptos hace parte de las atrocidades y errores que ha tenido que vivir Colombia.

La desaparición de 19 hombres de Soacha en 2008, y el posterior hallazgo de la mayoría de sus cadáveres en el oriente del país, es la muestra “de todos los errores que se han cometido en nuestro país y de todas las atrocidades que hemos tenido que vivir", aseguró el funcionario en un sentido acto en el parque principal del mencionado municipio cundinamarqués.

En su concepto, las Madres de Soacha “son la luz que ilumina el camino de la verdad, de la justicia y, por supuesto, de la reconciliación que requiere este país".

Hace 15 años, 19 hombres de Soacha fueron engañados con inexistentes promesas de trabajo y llevados al oriente colombiano donde un grupo de militares corruptos los esperaba para asesinarlos en estado de indefensión.

El caso Soacha fue el destape de una de las páginas más oscuras del conflicto colombiano y el punto de partida para que la Jurisdicción Especial para la Paz estableciera que al menos 6.402 ciudadanos fueron asesinados por agentes del Estado y presentados falsamente como delincuentes muertos en combate.

De las Madres de Soacha, Álvarez Santoyo opinó que son “mujeres llenas de valor, de voluntad férrea, de una capacidad de resistencia y de resiliencia que seguramente muy pocos tenemos".

Pero lo más importante que indentifico, y que quiero expresarles hoy queridas Madres –agregó–, es que lo que ustedes han logrado a lo largo de estos 15 años, lo han conseguido porque sus corazones están llenos de amor, y solo el amor puede lograr cosas que ningún otro sentimiento puede alcanzar".

Gracias a la resistencia y la resiliencia de las Madres de Soacha, añadió el fiscal jefe de la JEP, el país y el mundo han entendido “que lo que ha ocurrido en Colombia no puede ni debe volver a ocurrir".

Al finalizar su sentida intervención, Álvarez Santoyo les entregó una placa a las Madres de Soacha en la que se leía: “Por su incesante búsqueda de la verdad y con el anhelo de un nuevo amanecer en el que la ausencia de sus seres queridos no quede en la impunidad".

La placa fue entregada por el director de la Unidad de Investigación y Acusación a Jackeline Castillo, la representante y vocera de la Fundación Madres de los Falsos Positivos de Soacha y Bogotá (conocida por la sigla Mafapo).

Ella es hermana de Jaime Castillo Peña, quien desapareció el 10 agosto de 2008 y fue encontrado muerto dos días después en el municipio nortesantandereano de Ocaña “como guerrillero dado de baja en combate", según el testimonio de Jackeline Castillo.

Por las versiones que han dado en la JEP muchos militares, e incluso uno de los reclutadores, (los victimarios) contactaban a los muchachos en los parques" porque “sabían que no tenían un trabajo estable y les ofrecían trabajo, como recoger café o cuidar fincas", explicó Castillo en entrevista con el Grupo de Relacionamiento y Comunicaciones de la Unidad de Investigación y Acusación.

De acuerdo con Castillo, lo más doloroso de la historia de los llamados “falsos positivos" es que “quienes están para cuidar la vida de los ciudadanos –en referencia a los militares–, hayan sido quienes segaron la vida de miles de civiles de Colombia".

De todos modos, enfatizó la reconocida activista, hay satisfacción entre las Madres de Soacha porque “venimos trabajando muy de la mano con la JEP" y porque “hay muchos militares que nos contactado (para) contar los crímenes en que están involucrados".

Después de la muerte de su hermano, que para el momento en que fue asesinado tenía 42 años, la vida de Castillo cambió radicalmente, tanto que, según sus palabras, ya no tiene siquiera un minuto para compartir con sus hijos y demás familiares.

Pero creo que es una muy buena causa haber destapado todo este horror que se vivió en Colombia", recalcó Castillo, de 58 años y madre de tres hijos.

Por último, Castillo contó algo que parecía imposible hace tres lustros cuando empezó todo este episodio de terror:

Ya he tenido la oportunidad de estar de frente con (los militares que asesinaron a los hombres de Soacha). Nos hemos abrazado, hemos llorado juntos y nos hemos estrechado las manos para buscar caminos por la paz del país".

A un lado de Castillo, también en el parque de Soacha, estaba ayer Flor Ilda Hernández, madre de Elkin Gustavo Verano, quien tenía 25 años al momento de su desaparición.

Ella aún recuerda, con la voz entrecortada, la faena en que se convirtió la búsqueda de su hijo.

Buscamos en las clínicas, en los puestos de salud, en Medicina Legal. Después fuimos al CTI (de la Fiscalía), a la Defensoría del Pueblo (…) Hasta que, el 16 de septiembre de 2008, me llamaron de Medicina Legal y me dijeron que si yo me podía acercar a identificar unos cuerpos que habían sido encontrados como NN fuera de Bogotá", relató Hernández.

Finalmente, el 24 de septiembre de 2008, Hernández y otras tres compañeras de lucha viajaron desde Bogotá hasta Ocaña a reclamar los cadáveres de sus seres queridos.

La pérdida de un hijo –anotó–, y más en estas circunstancias, uno nunca lo puede superar. Pero de qué le sirve a uno guardar odio. Yo lo que les dije a (los reclutadores de los muertos de Soacha) fue que los perdone Dios". ​