Los infames asesinatos de Ever Montero y Anuar de Armas o la alianza entre paramilitares y el Batallón La Popa
“Una persona que vaya a asesinar por primera vez tiene todo el miedo, pero a medida que va asesinando y asesinando el miedo se le va perdiendo y creo que yo caí en esa condición".
La frase es del teniente (r) del Ejército José Emiliano Moreno Trigos y la pronunció el miércoles 19 de febrero durante el tercer día de la octava sesión del juicio oral que la Jurisdicción Especial para la Paz adelanta en Bogotá en contra del coronel (r) Publio Hernán Mejía Gutiérrez.
Durante varias horas, Moreno Trigos reconoció su participación en al menos dos hechos criminales cuando laboró en el Batallón La Popa en la época en que Mejía Gutiérrez se desempeñó como comandante de la mencionada unidad militar de Valledupar (2002-2004).
Pero, sin duda, la narración más dantesca hecha por Moreno Trigos —testigo de la defensa de Mejía— tuvo como víctima al indígena kankuamo Ever de Jesús Montero Mindiola, quien fue asesinado el 30 de agosto de 2003 por algunos militares corruptos del Batallón La Popa.
Tenía apenas 22 años.
La historia, según el propio Moreno Trigos, fue así: paramilitares del Cesar —tras petición hecha por el soldado Juan Carlos Soto Sepúlveda— secuestraron a Montero Mindiola y luego lo entregaron vivo a hombres del Batallón La Popa.
Fueron muchas las horas que el indígena kankuamo permaneció en poder de los integrantes del Ejército Nacional. Tantas horas que tuvo tiempo para implorarle al mencionado teniente que no lo matara. Tantas que, con un nudo en la garganta, Moreno Trigos reconoció haber golpeado varias veces al inocente muchacho.
Así narró —en la audiencia del miércoles— Moreno Trigos el asesinato de Montero Mindiola:
“Ahí es cuando entro yo en el dilema moral de será que lo asesinó, será que no lo asesino, si se asesina entonces qué va a pasar, si no lo mato qué va a pasar, qué va a decir, qué me va a hacer, me va a denunciar…
“Como lo manifesté, ya no había marcha atrás (para detener la ejecución extrajudicial). No recuerdo si (Montero Mindiola) ya venía uniformado o nosotros le prestamos las prendas para que se uniformara (…) Él me está manifestando eso (de que no lo asesinara) y ya en últimas guardó silencio y no dijo más nada. Ya estaba presintiendo lo que iba a pasar.
“La última petición por parte de él fue que lo dejara ir al baño. Se dejó ir al baño. (En el baño) duró buen tiempo, ahí a la vista de nosotros. Nunca demostró la intención de querer volarse. Estuvo siempre ahí manejando la quietud.
“Cuando ya se aproximaban las cinco de la mañana (…), manifestamos que estamos en una situación de combate. Ahí en ese momento cojo yo al soldado (Juan Carlos) Soto. Nos apartamos de la trocha (…) Esa muerte ilegítima la causó el soldado Soto. Él procede a disparar su arma (…) y terminó acabando con la vida de Ever de Jesús (…)
“Realizamos disparos. Disparamos hacia un cerro que teníamos a nuestra mano derecha (…) para que la población escuchara que efectivamente había habido algún tipo de enfrentamiento (…) Cuando ya aclara más el día es que reportamos que encontramos una persona dada de baja, que está uniformada, que tenía armamento".
Más adelante, de nuevo con la voz entrecortada, Moreno Trigos describió cómo quedó la cara de Montero Mindiola tras los disparos recibidos: “Ever tenía el rostro destrozado".
Finalmente, ante preguntas formuladas por Samuel Serrano, fiscal de la Unidad de Investigación y Acusación, Moreno Trigos reconoció que “al pelotón (del Batallón La Popa) que diera bajas en combate le daban permisos". Y agregó que en esa unidad militar “las dádivas se entregaban solo por las bajas, porque era lo más importante en ese momento".
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Durante los tres días de audiencia, familiares de las personas asesinadas por corruptos integrantes del Batallón La Popa escucharon con asombro las declaraciones de los testigos, entre ellas la del teniente Moreno Trigos.
Una de las asistentes más atentas al juicio fue Yaleni Negrete Rincones, hermana de Anuar de Armas Rincones, quien fue víctima mortal de la alianza entre paramilitares e integrantes del Batallón La Popa en tiempos de Mejía Gutiérrez.
De acuerdo con Negrete Rincones, su hermano desapareció el 1 de febrero de 2002 y 13 días después apareció muerto.
“Nos lo entregaron ya enterrado el 19 de febrero de 2002", explicó Negrete Rincones, de 51 años, en entrevista con el Grupo de Relacionamiento y Comunicaciones de la Unidad de Investigación y Acusación.
De acuerdo con las pesquisas adelantadas por la Unidad de Investigación y Acusación, Anuar de Armas Rincones fue secuestrado y asesinado por paramilitares y su cadáver entregado a hombres del Batallón La Popa. También está probado que mentirosamente fue presentado por las autoridades militares como un guerrillero muerto en combate.
Negrete Rincones tiene claro aún los momentos tristes que su familia vivió hace 23 años, pero no solo por la muerte violenta de Anuar, sino por la canallada que cometieron con él sus victimarios al acusarlo de guerrillero.
“Él no era guerrillero", enfatizó Negrete Rincones, quien con voz firme dijo que solo espera una cosa al final de las investigaciones que adelanta la JEP: “Yo por lo menos busco eso: que digan que Anuar de Armas Rincones no era guerrillero".
Lo que sí es verdad, en cambio, es que —según Negrete Rincones— su hermano “era un muchacho bien, un muchacho trabajador, estudioso, visionario, mamador de gallo, de una familia trabajadora, criado bien, con principios, con respeto".
De Armas tenía 23 años al momento de su muerte.
El coronel (r) Publio Hernán Mejía Gutiérrez fue acusado en julio de 2023 por la Unidad de Investigación y Acusación de la JEP como presunto responsable de los delitos de homicidio en persona protegida, tortura y desaparición forzada.
A Mejía Gutiérrez se le responsabiliza de haber ideado y conducido un ilegal Aparato Organizado de Poder que, entre diciembre de 2001 y noviembre de 2003, segó las vidas de 72 personas que mentirosamente fueron presentadas a las autoridades y a la opinión pública como delincuentes muertos en combate.
El juicio oral contra Mejía Gutiérrez se reanudará el próximo 3 de marzo en la sede de la JEP en Bogotá.