“Si yo no perdono, no voy a tener amor nunca", dice hombre víctima de violencia sexual de la Costa Caribe
Valledupar, 22 de marzo de 2025 (@UIA_JEP) El final de los años 90 partió en mil pedazos las vidas de Joel Ariza y David Marimón. El motivo: en ese tiempo los dos fueron víctimas de abuso sexual por parte de guerrilleros y paramilitares.
Ariza y Marimón se reunieron el viernes y el sábado pasados en el centro de la capital del Cesar para participar de un encuentro organizado por la Unidad de Investigación y Acusación de la JEP con más de una veintena de hombres heterosexuales y gais que fueron víctimas de violencia sexual durante el conflicto armado.
El objetivo del taller fue identificar en ellos eventuales liderazgos y, adicionalmente, facilitarles herramientas de comunicación para que puedan guiar y promover las actividades relacionadas con la implementación de las reparaciones tempranas como consecuencia del daño que les fue ocasionado por sus victimarios.
La historia trágica de Joel Ariza se remonta a un día triste de junio de 1999 en una finca ubicada entre los municipios de Zambrano y Córdoba, ambos en el departamento de Bolívar.
En entrevista con el Grupo de Relacionamiento y Comunicaciones de la Unidad de Investigación y Acusación, Ariza explicó que las otrora FARC atacaron a los paramilitares y se adueñaron de la zona en mención donde quedaba la finca Guasimal.
Allí Ariza y uno de sus hermanos fueron abusados por guerrilleros.
Joel Ariza tenía 17 años.
Entonces, con la tragedia de la violación encima, Ariza se desplazó a varios lugares del país. Anduvo por Barranquilla, Valledupar y Bogotá, siempre con empleos mínimos que escasamente le sirvieron para sobrevivir. Atrás habían quedado para él los buenos tiempos en su natal Plato, Magdalena, donde nació en 1981.
Incluso se le apuntó al servicio militar con la Infantería de Marina en la isla de San Andrés.
—¿Qué tanto cambió su vida el abuso sexual de que fue víctima?
—Hubo muchos traumas. Sentí que las oportunidades se me fueron. No pude estudiar. Yo hubiera querido ser universitario. En cambio, me tocó vender pescado, plátano y yuca en una plaza de mercado y ser celador 10 años en Bogotá.
—¿Qué pasó después de Bogotá?
—Volví a Plato y ahora estamos en este proceso (con la Unidad de Investigación y Acusación). En el último año mi vida ha cambiado mucho. En lo económico en nada, pero en lo demás estoy asombrado con todo lo que me ha dado Dios.
—¿En qué proyectos está actualmente?
—En varios. Yo tengo liderazgo. Por ejemplo, si yo no sé algo, voy y busco a quien conozca el tema para poder llevarle repuestas a la comunidad. Ahora también lidero una organización de unas 80 o 100 personas.
—¿Ya perdonó por el daño que le hicieron?
—Yo he leído libros que hablan del perdón. Si yo no perdono, no voy a tener amor nunca. Claro que el perdón no llega de un día para otro. Eso es un proceso. Por ejemplo, estas capacitaciones (de la Unidad de Investigación y Acusación) ayudan mucho para el perdón.
—¿Cómo lo han tratado en la JEP?
—Excelente. Te voy a decir que poquitas veces en mi vida me han tratado tan bien como acá.
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Moisés David Marimón Peralta —o simplemente David Marimón, como le dicen sus amigos— nació en el municipio de Malambo, Atlántico, hace 43 años. Él es sociólogo de la Universidad del Atlántico y tiene una maestría en estudios de género y violencia intrafamiliar del mismo centro educativo.
En junio de 1998, cuando tenía unos 17 años, David Marimón viajó hasta el municipio de Tierralta, Córdoba, a visitar a su padre. “Y en esos ires y venires, como Tierralta era una zona de violencia, pasó el hecho (de abuso sexual)", dijo.
Nunca Marimón supo qué grupo armado perpetró el crimen en su contra. Él solo tiene claro que para esa época en Tierralta hacían presencia paramilitares y guerrilleros. Lo cierto es que o los unos o los otros abusaron sexualmente de él.
“Yo guardé silencio" sobre lo ocurrido en Tierralta hasta 2024. Fueron 26 años en los que Marimón nunca habló en público sobre los fantasmas que lo atormentaban. Entonces en su camino apareció Alberto Coneo, quien es un activista de Malambo que hace muchos años también fue víctima de violencia sexual.
Coneo “me dijo que había estos espacios (con la Unidad de Investigación y Acusación) en los que les ayudaban a las personas psicológicamente", explicó Marimón, con cara de satisfacción, al momento de hacer énfasis en el peso que se quitó de encima cuando empezó a hablar con expertos de los hechos de Tierralta de junio de 1998.
—¿Qué pasó en su vida después de los hechos de 1998?
—Entré en depresión. Entonces, por mi carrera, decidí que tenía que sanar ese pasado. Por eso estoy en manos de psicólogos y psiquiatras.
—¿Cómo fue eso?
—A mí me daba como miedo hablar, porque soy figura pública (él trabaja como sociólogo en la Alcaldía de Malambo), pero decidí que al contar mi historia podía ayudar a otras personas.
—Amén de lo que le sucedió, ¿la vida lo ha tratado bien en otros aspectos?
—Sí, la vida me ha tratado bien, pero no es fácil. Sufrir de depresión por cosas del pasado es difícil. Pero yo creo que he sido muy resiliente y me he esforzado por salir adelante y ser una persona distinta que le da satisfacciones a su familia y es ejemplo para sus hermanos.
—Aunque no sabe quiénes fueron sus victimarios, ¿usted es capaz de perdonarlos?
—Sí, claro, pero uno no olvida. Por ejemplo, yo me volví desconfiado para todo en la vida. Me volví inseguro. Pero es un hecho que se debe perdonar. Gracias a Dios yo tuve la oportunidad de liberarme. Yo busco convertir un hecho negativo que me pasó, en algo positivo que yo sé que mis amigos y mi familia valoran en mí.
—¿Cómo le han parecido los talleres de la JEP?
—Maravillosos. Me parecen positivos. Uno aprende de tal manera que cuenta la verdad verdadera, no una verdad disfrazada.