​​​“Tenemos que apoyar el proceso de paz si queremos una paz estable y duradera", dice mujer víctima de abuso sexual y desplazamiento​​

Dieciocho años después de que fue abusada sexualmente por guerrilleros de las FARC en el suroccidente de Colombia, Aura Elisa Reyes se siente tan empoderada que se reprocha a sí misma por no haber denunciado a tiempo el atroz crimen del que fue víctima.

Ella fue violada en 2006 y solo unos años después, cuando entendió que “eso no se podía quedar así", le contó su historia de horror a la Defensoría del Pueblo.

Corría el año 2010.

Fue cuando me llené de valor y me empoderé", le dijo Aura Elisa hace poco más de dos meses al Grupo de Relacionamiento y Comunicaciones de la Unidad de Investigación y Acusación de la JEP.

No denuncié a tiempo porque me daba temor y vergüenza", agregó la conspicua mujer afro de 52 años y natural del municipio vallecaucano de Florida. “La denuncia me la recibió una mujer. Me sentí apoyada. Eso me dio fortaleza", añadió.

La entrevista periodística con Aura Elisa se produjo el 26 de febrero pasado. Ese día, en la sede principal de la Jurisdicción Especial para la Paz, en Bogotá, 51 víctimas del conflicto armado se reunieron con la Unidad de Investigación y Acusación para conocer las últimas noticias sobre el proyecto de un centro especializado para víctimas de violencia sexual en Villavicencio, la capital del Meta.

Ese  26 de febrero a Aura Elisa no le tembló la voz.

Siempre hemos estado rodeados del conflicto armado", fue lo primero que dijo. “Cuando los grupos armados hicieron las tomas guerrilleras y los paramilitares sus masacres, yo ya era madre de tres hijos", recordó.

 

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Como la misma Aura Elisa Reyes lo dijo, la guerra siempre estuvo cerca de su familia. Es más, su primer contacto directo con la violencia lo tuvo con paramilitares.

Los ilegales de ultraderecha se obsesionaron con su hermano Diego Fernando. Ellos lo querían reclutar para sus filas. Entonces la madre de Aura Elisa tuvo que acudir a una medida extrema: abandonar el país.

Era 1984. 

Durante unos tres años, los Reyes anduvieron por Maracay, Venezuela. Mientras casi toda la parentela trabajaba, la pequeña Aura Elisa cuidaba la casa y también estudiaba, en medio del infernal calor de la mencionada ciudad del vecino país.

Hacia 1987 los Reyes regresaron a Florida con la esperanza de que los violentos se hubieran olvidado de ellos. Estaban completamente equivocados. Tanto que, en 2003, el hermano de Aura Elisa Reyes, el mismo al que los paramilitares pretendieron reclutar, fue asesinado. Al parecer los paramilitares nunca se olvidaron de él. Tenía 29 años.

Arrinconados por la violencia, los Reyes no tuvieron alternativa que abandonar el casco urbano de Florida. Entonces se instalaron en el corregimiento El Llanito, donde llegaría una nueva tragedia, la peor de todas, para Aura Elisa Reyes.

El frente (de las FARC) no lo sé, pero sí sé que era guerrilla (…) Por allá se movía mucho la (columna) 'Gabriel Galvis'. Yo vivía en una finca, como cuidadora. El dueño de la finca vivía en Cali. Por cuidar la finca nosotros teníamos unos honorarios y también derecho a las frutas y a criar animales para el sostenimiento de la familia.

Recuerdo que era un martes de febrero de 2006. A mis tres niños los había recogido un carrito para llevarlos a estudiar y mi mamá se había ido para un cita médica. Yo estaba sola en la casa finca lavando y tendiendo una ropa.

En ese momento, al mediodía, llegaron unos hombres armados. Tres se quedaron como centinelas y dos ingresaron a la vivienda. Entraron arbitrariamente. Empujaron el portillo. Por el mismo susto, yo me quedé quieta".

—Lo que pasa es que usted…

—¿Qué pasa conmigo—, interrumpió la asustada mujer.

—Venga para acá. Nosotros hacemos lo que queremos con las mujeres. Usted es una perra y no se puede oponer. Nosotros mandamos en este territorio—, le respondieron los guerrilleros con tono autoritario.

En ese momento Aura Elisa, sin suerte, intentó huir. Acto seguido uno de los asaltantes la tomó por la espalda y le advirtió: “No es lo que usted quiera, es lo que nosotros queramos".

Y empezó el horror.

Uno de ellos me pegó un manotazo y con su arma me golpeó en la nuca. Yo quedé ahí, como inmóvil. Me sentí impotente por no poderme defender. Entonces me agarré a llorar. Los hombres me tiraron al piso. Me golpearon mucho. Producto de esos golpes quedé con muchas secuelas. Después esos hombres hicieron conmigo lo que quisieron.

“A ellos les daba rabia que yo llorara. Me decían que las mías eran lágrimas de cocodrilo. Entonces empezaron las amenazas: 'Si usted dice lo que acaba de pasar aquí, se atiene a las consecuencias'. Me recordaron que yo tenía hijos y familia. Todo eso duró una media hora", narró Aura Elisa, con la voz entrecortada y con llanto por momentos.

Y como llegaron, los violadores se fueron, sin hacer bulla. Nunca más Aura Elisa los volvió a ver. De hecho, ni recuerda sus rostros “porque a ellos no les gusta que uno les mire la cara". 

Después de que ellos se fueron –continuó Aura Elisa con su desgarrador relato–, yo quedé muy mal. Me sentía ultrajada, me sentía sucia. En ese momento yo no tenía esposo. Yo quería que la tierra me tragara. Yo no podía ni caminar. 

Como a las cuatro de la tarde llegaron mis hijos: dos niñas y un niño. Tenían siete, cinco y cuatro años. Mi mamá también llegó a esa hora. Yo me arreglé la ropa como pude. La tenía rasgada porque ellos me tiraron al piso. Me tapé los morados que tenía por los golpes que me dieron. Lo que más tristeza me daba era que no podía decir nada". 

—¿A usted qué le pasa, mija?—, le preguntó la mamá a Aura Elisa.

—Nada, mamá. Lo que pasa es que me cayó un sucio a un ojo—, respondió Aura Elisa, quien en realidad, en ese momento, quería gritar y contarle a todo el mundo lo que le había pasado.

Al día siguiente de la violación, Aura Elisa se levantó y notó que prácticamente no podía caminar. “Me sentía como si una aplanadora me hubiera pasado por todo el cuerpo. A mi mamá le dije que tenía una gripa de esas quiebra huesos. Entonces ella me preparó varias bebidas con yerbitas. Con los días me fui recuperando", evocó.

 

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Y mientras Aura Elisa se reponía de las heridas físicas y psicológicas ocasionadas por la violación, la región de El Llanito empezó a tener caras nuevas. Ciertamente, nuevos guerrilleros de las FARC hicieron presencia en el mencionado caserío de Florida y con nuevas costumbres.

De acuerdo con la versión de Aura Elisa, los nuevos guerrilleros empezaron a saquear las fincas de los campesinos. Los ilegales dijeron que eran los dueños del territorio, de las cosechas y también de los animales.

Fue tal el poder que los guerrilleros adquirieron sobre los habitantes de El Llanito que, por ejemplo, a Aura Elisa, en cierta oportunidad, le dijeron: “Tiene 24 horas para desocupar. Si no, quemamos el rancho con lo que haya adentro".

Entonces ella salió despavorida para la cabecera municipal de Florida. La acompañaron su madre y sus tres hijos. El día del éxodo, recalcó Aura Elisa, “no empacamos nada. Salimos con lo que teníamos puesto. Salimos llorando con otras personas" que también fueron amenazadas.

Llegamos al casco urbano de Florida desubicados y atemorizados. En ese momento yo no sabía nada de derechos", comentó Aura Elisa, quien hoy en día tiene claro que su llegada a Florida en calidad de desplazada partió su vida en dos.

En efecto, mientras se ganaba la vida lavando ropa y haciendo aseos en casas ajenas, Aura Elisa se enteró de la existencia en Florida de una asociación que les ayudaba a las víctimas del conflicto armado.

Allí me di cuenta de que uno como víctima tenía derecho a una declaración. Yo pensé que yo no podía denunciar lo que me pasó. Entonces me enseñaron la ruta y me acerqué a la Personería. Pero allí dije que era víctima de desplazamiento y no de violación. Callé temor, por vergüenza, porque no quería que me señalaran", contó.

Con los meses, en la Asociación de Desplazados de Florida Valle, Adesflovalle, Aura Elisa empezó a descubrir la lideresa que llevaba por dentro. Fueron tiempos bellos en los que los papeles se invirtieron, es decir, de víctima del conflicto armado, Aura Elisa pasó a ser una especie de madrina para otras víctimas de la guerra.

Luego Aura Elisa se hizo integrante de la Mesa de Víctimas de Florida. Al principio solo dijo que era desplazada. Actualmente, sin embargo, “con mucha dignidad digo que también soy víctima de violencia sexual. Ya no me da miedo decirlo porque estoy empoderada".

Y, cómo no, en su lista de derechos como víctima del conflicto armado –aparte del acceso a la justicia– Aura Elisa tiene claro que puede exigir “una reparación integral, es decir, con salud, con educación, con una vivienda, con proyectos productivos, con formación y con derecho a hablar, que eso es con la JEP".

—¿Usted apoya el proceso de paz que sellaron en 2016 el gobierno nacional y las hoy pacificadas FARC?

—Claro, yo estoy de acuerdo con ese proceso de paz y lo apoyo al cien por ciento. Siempre, en mi asociación, hablo de los procesos de paz. Yo les digo a mis compañeros y compañeras que tenemos que apoyar el proceso de paz si queremos una paz estable y duradera.

—Según eso, ¿usted ya perdonó?

—Yo apoyo los procesos de paz, pero tengo un problema: soy muy dura para perdonar. Aunque las cosas pasan, uno siempre queda con la espinita. Gracias a la JEP yo he salido adelante. En la JEP me han dado fortaleza, me han apoyado y me han ayudado a salir de este drama que no he podido olvidar.