​​“Yo le apunto a la paz porque, así yo no alcance a verla, la verán mis hijos y mis nietos", dice mujer afro víctima del conflicto armado​

El primer agresor sexual en la vida de Adriana Parrado fue su abuelo materno. Tenía escasos ocho o nueve años y vivía en una finca de la remota vereda Cachivera de San José del Guaviare, la capital del departamento de Guaviare.

Después, ya adulta, vinieron para Parrado otras violaciones perpetradas por guerrilleros, paramilitares y corruptos agentes del Estado.

Actualmente Parrado tiene 45 años, siete hijos y la esperanza de que vendrán tiempos mejores para ella y para Colombia.

El jueves y el viernes, en un hotel de Bogotá, Parrado participó de un encuentro organizado por la Unidad de Investigación y Acusación de la JEP con 40 mujeres de todo el país que fueron víctimas de delitos sexuales durante el conflicto armado.

El certamen, encabezado por Pilar Rueda, asesora del Director de la Unidad de Investigación y Acusación en temas de Enfoque de Género y Enfoque Diferencial, tenía entre sus objetivos presentarles a las víctimas el Auto 103 de julio de 2022 de la JEP, o el de “apertura de la etapa de agrupación y concentración (del) macro caso N° 11 sobre violencia sexual, violencia reproductiva y otros crímenes cometidos por prejuicio, odio y discriminación de género, sexo, identidad y orientación sexual diversa en el marco del conflicto armado".

Los talleres organizados por la Unidad de Investigación y Acusación, de acuerdo con Parrado, “son los que me han tenido parada, pero cuando no hay (charlas presenciales), como en la pandemia, tengo tiempos de depresión".

Una depresión que ha tenido a Parrado al borde de la muerte. Es más, en varias oportunidades ha intentado quitarse la vida.

Una vez se lanzó de un tercer piso y en dos ocasiones más tomó veneno y pastillas por cantidades. En las tres veces, por fortuna, falló.

Parrado ve hoy en día un país complicado. Cree que la guerra no será fácil de acabar. No obstante, se ha armado de valor para ayudar a otras mujeres que han vivido situaciones similares a la suya.

“Entonces, cuando hablo con otras mujeres sobre estos temas, trató de no recordar lo que me ocurrió", dijo Parrado, quien actualmente vive en Arauca.

“A veces hay que hacer de tripas corazón", puntualizó Parrado, quien concluyó con una sugerencia: “Diga por favor que yo también he sido víctima de desplazamiento forzado".

 

“Limoncito"

 

Hace 20 años, Elizabeth Andrades llegó a Bogotá desplazada de su natal Chocó.

Su objetivo era dejar atrás los fantasmas de los hombres armados (y desalmados) que abusaron sexualmente de ella y de dos mujeres más en la vereda Ogodó del municipio chocoano de Lloró.

“La verdad no sé qué grupo fue (el que perpetró la violación) porque allá estaban los paracos y la guerrilla. Nos cogieron (unos 20 hombres) a tres mujeres, nos secuestraron y fuimos ultrajadas por 15 días", relató Andrades, una corpulenta mujer afro madre de seis hijos.

De esas dos semanas de horror para Andrades nació su niña mimada, su orgullo, su razón de ser. El 31 de diciembre Karen cumplirá 20 años y en algunos años se convertirá en abogada de la Universidad La Gran Colombia.

“Mi hija es producto de violencia sexual. No sé quién es el papá. Ella tampoco lo sabe. Ella dice 'mi mami es una super verraca' (…) Ella me pone de ejemplo. Ella les dice a las demás mujeres que su mamá pasó por esto. Ella les cuenta que a mí mamá le decían que me abortara, pero no me abortó", contó Andrades, una emprendedora de 46 años y dueña de una sonrisa inacabable.

Para Andrades, su hija “es un amor. Se quedó chiquita. Yo le digo 'Limoncito' porque a veces es de mal genio. Yo le digo 'te amo, Limoncito'. Es una niña muy juiciosa. También es profesora de danzas. Ella es la que les enseña a bailar a todos los pelaos".

Actualmente, Andrades está al frente de la Corporación Afroindígenas Mi Colombia, que tiene como meta ayudar a mujeres víctimas del conflicto armado, principalmente de violencia sexual.

La pandemia del covid no arredró a Andrades y, por el contrario, la fortaleció. De esa época nació un taller en el que actualmente trabaja con cuatro mujeres que “hacemos de todo: piyamas, faldas, pantalones, sábanas (…) Humildemente me estoy volviendo una empresaria".

-Cualquiera da por descontado que usted apoya los procesos de paz…

-Yo le apunto a la paz porque, así yo de pronto no alcance a verla, la paz la verán mis hijos y la verán mis nietos.

 

“P'allá es p'alante"

 

Janeth Restrepo es natural del municipio de Apartadó, en la conflictiva región del Urabá Antioqueño. Tiene 47 años y también cinco hijos.

Cuando tenía 14 años, Restrepo y uno de sus primos fueron agredidos sexualmente por paramilitares.

De ella abusaron tres hombres y de su primo dos.

“Yo digo que él (su primo) quedó más traumatizado. Lo que nos pasó para él fue como más difícil. Como es del campo, él es machista", observó Restrepo, hoy de 47 años y quien reparte su tiempo entre Bogotá y el municipio de Villeta, Cundinamarca.

Pero si la vida de su primo ha sido difícil, la de Restrepo tampoco es que haya sido un camino de rosas.

Ella considera que, como consecuencia de la violación de que fue víctima, quedó con problemas de aprendizaje.

“Yo traté de entrar varias veces a la universidad, pero no pude. Yo leo y leo, pero no entiendo mayor cosa. A mí, para entender, me tienen que explicar las cosas como con plastilina", indicó.

Eso en cuanto al aprendizaje. En lo que respecta a las relaciones con hombres también ha habido problemas.

“A uno se le arrima un hombre y ya automáticamente uno está prevenido, porque, aún con los años que tengo, lo que me pasó (hace 33 años en el sector de La Balsa de Apartadó) no se me olvida. Eso lo recuerdo a diario. Hasta sueño con eso", agregó Restrepo.

¿Y hay perdón para sus agresores?, se le preguntó a Restrepo.

“Que los perdone Dios porque yo no puedo", enfatizó Restrepo, quien, con la voz entrecortada, reconoció que cuida en extremo a su hija para que jamás se vaya a repetir en ella su historia.

Eso sí, pese a las lágrimas, Restrepo no duda un momento en apoyar el proceso de paz que a finales de 2016 sellaron el gobierno nacional y las otrora FARC.

Es más, Restrepo es una convencida de que las cosas en Colombia mejorarán porque “p'allá es p'alante".

-Ah, ¿y cómo le han parecido los talleres organizados por la Unidad de Investigación y Acusación con las víctimas del conflicto?

-¡Son una chimba! ​